miércoles, 14 de febrero de 2018

FABIO BIONDI Y EUROPA GALANTE: DULCE Y PIADOSA CONTEMPLACIÓN

Damiana Mizzi, soprano. Marina de Liso, mezzosoprano. Europa Galante. Fabio Biondi, director. Programa: Sinfonía en sol mayor, de Latilla; Concierto III para dos violines, viola y bajo, de Durante; Fuga y grave en sol menor, de Hasse; Concerto grosso nº 4 en sol menor, de A. Scarlatti; Stabat Mater P.77, de Pergolesi. Sala Iturbi del Palau de la Música de Valencia, domingo 11 de febrero de 2018

Bajo el título genérico Napoletano, el prestigioso violinista y director Fabio Biondi, últimamente tan ligado profesionalmente a la ciudad del Turia, arropó en el Palau de la Música de la capital levantina, junto a su conjunto de cabecera, el no menos prestigioso Europa Galante, al Stabat Mater de Pergolesi con una serie de obras surgidas del entorno geográfico que vio nacer y crecer hasta su prematura muerte al autor de La serva padrona.

Damiana Mizzi
Así, en la primera parte tuvimos oportunidad de escuchar obras poco divulgadas de una serie de autores contemporáneos de Pergolesi, el primero de los cuales, Gaetano Latilla, confesamos ni siquiera conocer, sólo para constatar una inequívoca unidad estilística, lo que provocó cierta monotonía, potenciada por la dirección de Biondi, en cierto modo superficial y demasiado suave, lejos de esos ataques incisivos y a veces incluso agresivos con los que otros nos han acostumbrado a disfrutar de la música barroca. La suya fue una batuta, desde su posición de concertino, más bien amable, poco sofisticada, técnicamente intachable, sobre todo como violinista ejemplar, y tirando siempre por derroteros donde la ternura dominó en expresividad. Con idéntica estética abordó un Concierto para dos violines, viola y bajo de Francesco Durante, destacando el fluido diálogo entre Biondi y Andrea Rognoni, y de ambos con la viola de Ernesto Braucheri. No fue destacable sin embargo la intervención de la cuerda grave al bajo continuo, que podría haber aportado ese cuerpo y contundencia que echamos en falta en el conjunto, pero sí la del tiorbista Giangiacomo Pinardi y la de Paola Poncet al teclado, que aportaron ductilidad con sus amplios y delicados fraseos, todo ello aplicable también al Concierto grosso de Alessandro Scarlatti. Sólo la Fuga y grave de Johann Adolf Hasse incorporó algo de diversidad a esta primera parte dedicada a enmarcar la pieza estrella de la noche, con sus cambios de humor y registro perfectamente captados por la formación reducida del célebre conjunto italiano.

Marina de Liso
En el Stabat Mater reclamo de la velada primó su carácter piadoso, incluso en los pasajes más movidos, confirmando la estética adoptada por Biondi y los suyos en este particular concierto. La cuerda arropó de esta forma las espléndidas prestaciones de las voces convocadas, la operista italiana Damiana Mizzi, con una cálida y muy expresiva línea canora que supo moldear desde el ruego más piadoso al temperamento más exacerbado, dándole un carácter muy flexible a su intervención; y la más controlada y a veces incluso reprimida voz de Marina de Liso, maravillosa en Quae morebat, que en su tesitura de mezzo dominó perfectamente desde las notas más graves a las más expansivas, manteniendo un temperamento más homogéneo y lineal. Las armonías avanzadas y agridulces encontraron en las voces un vehículo perfecto para recrear sus muy expresivos cromatismos, invitando tanto a la lamentación por María como a compartir su dolor, en un prodigio de combinación de música profana y eclesiástica. Arias y duetos vivos, cantos etéreos y una pasión intensa que no encontró reflejo en todo momento en la cuerda, en la que echamos en falta cierta aspereza y desgarro según qué pasajes. El final, desde Inflammatus et accensus, fue paradigma perfecto de plegaria con un toque contemplativo.

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