jueves, 14 de diciembre de 2017

CUARTETO CARDUCCI: BELLEZA AGITADA SIN TENSIÓN

Concierto III de Andalucía Clásica. Carducci String Quartet: Matthew Denton y Michelle Fleming, violines. Eloin Schmidt-Martin, viola. Emma Denton, violonchelo. Programa: Cuarteto nº 11 en fa menor Op. 95 “Serioso”, de Beethoven. Cuarteto nº 14 en re menor “La muerte y la doncella”, de Schubert. Espacio Turina, miércoles 13 de diciembre de 2017

La ampliación de la oferta musical camerística en la ciudad con esta estupenda iniciativa de Andalucía Clásica, nos va recordando que existen formas diferentes de abordar el repertorio que aquellas a las que nos hemos habituado de la mano de los talentos locales. Consideramos por lo tanto muy refrescantes las exhibiciones de virtuosismo y color que nos brindan formaciones como el Cuarteto Carducci, que tiene sede en el Reino Unido y una concentrada trayectoria de triunfos tanto en grabaciones como en actuaciones en directo. Su impecable y brillante sonido y extremada agilidad es incontestable, pero batallan con una considerable falta de tensión dramática que malogra parcialmente, sobre todo en el apartado expresivo, el resultado de sus propuestas.

El Carducci ofreció dos emblemáticos cuartetos de la primera mitad del siglo XIX, según unos funcionales parámetros clásicos en los que los ritmos rápidos y la jovialidad de espíritu se impusieron a la evidente carga dramática de las partituras elegidas. El Cuarteto nº 11 de Beethoven, que debe su sobrenombre Serioso al tercer movimiento, un scherzo de ritmo incisivo y febril, lo atacaron desde una claridad y transparencia extraordinarias, un sonido brillante y una encomiable capacidad para identificar cada uno de los instrumentos y su aportación al conjunto. Pero donde debía haber tensión y un particular color amargo, sólo hubo brillantez en el sonido y ensamblaje de las voces, mucho ritmo pero falta considerable de violencia y ausencia de fatiga, tan recomendable en la extenuante coda del allegro inicial. Acertaron sin embargo en insuflar carácter melancólico al allegretto, y contagiosa energía en el larghetto, rematado con un brioso y acelerado final de conveniente espíritu rossiniano.

En general hubo mucha belleza pero faltó grandeza y tensión. Considerada la cúspide de la escritura camerística de Schubert, el Cuarteto nº 14 debe su nombre, La muerte y la doncella, al segundo movimiento, una serie de variaciones sobre el lied del mismo título, en el que destaca el tono sombrío y fatídico de una página con la que el autor ilustraba su desesperación ante una muerte premonitoriamente prematura. De nuevo pudimos apreciar la sedosidad de Emma Denton al violonchelo, la agilidad carente de crispación de Matthew Denton al violín, la suntuosidad de Eloin Schmidt-Martin a la viola y la riqueza melódica de Michelle Fleming al segundo violín. Pero de nuevo echamos en falta una mayor incisividad dramática, más sentido de la tragedia, de la obsesión y la tensión extrema que inspira la pieza. Faltó así mismo carácter grotesco en la tercera variación del segundo movimiento, aunque sí hubo meditación y serenidad en la cuarta. Apenas se apreció sensación de danza macabra en la tarantela final, mientras un marcado virtuosismo se adueñó de la función en el frenético tango de Piazzolla que sirvió como propina para agradecer al público su entusiasta respuesta ante tanto derroche de belleza sonora e impecable técnica.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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