viernes, 4 de agosto de 2017

Mª ESTHER GUZMÁN Y SARAH ROPER: CUMPLIR EXPEDIENTE

18ª edición Noches en los Jardines del Alcázar. Sarah Roper, oboe. Mª Esther Guzmán, guitarra. Programa: Cavatine Op.37 y Le Montagnard, de Coste; Sonata en La menor, de Telemann; Andaluza y Valses poéticos, de Granados; Malagueña, Granada y Sevilla, de Albéniz. Jueves 3 agosto 2017

En la segunda mitad del siglo XIX surgió la necesidad de desviarse del lenguaje musical clásico vienés, incorporando elementos folclóricos y nacionalistas en la música seria. La guitarra sirvió en nuestro país para cumplir ese expediente que diera entidad propia a las composiciones de nuestros autores, si bien su influjo y carisma traspasó fronteras y embaucó también a otros, como el francés Napoleon Coste, que dejaron subyugarse por el aroma inconfundiblemente mágico y enigmático del instrumento. 

Dos virtuosas de sus instrumentos, Mª Esther Guzmán y Sarah Roper, ofrecieron juntas y solas por primera vez – con el flautista Vicent Morelló forman el Trío Mesamor – un concierto sin un criterio fijo más que el de interpretar piezas que se adaptaran bien a su combinación, ya fueran originalmente escritas para el tándem o transcritas con tal fin. En el caso de las obras seleccionadas del guitarrista y compositor francés, con más de cincuenta obras catalogadas para el instrumento, parece que fueron concebidas originalmente para oboe y guitarra. Alumno y colaborador de Fernando Sor, Coste se caracteriza por un estilo sencillo y ornamentado sólo hasta lo conveniente, con notables influencias de la ópera cómica, que Guzmán y Roper trasladaron con respeto y delicadeza desde sus partituras electrónicas, ideales para evitar los envites del viento y las antiestéticas pinzas. Especialmente atractiva resultó Le Montagne, una obra de reminiscencias pastorales a la que las intérpretes dotaron de una cálida atmósfera.

El trabajo como continuo de Guzmán en la Sonata de Telemann definió su papel en el resto del concierto, una base sólida y concentrada sobre la que Roper desplegó la parte melódica, lo que provocó una disminución del carácter sentimental de las piezas. Así sucedió con la archifamosa Andaluza de Granados, cuyos Valses poéticos en versión considerablemente reducida, disfrutaron de una ejecución técnicamente impecable pero expresivamente insuficiente. Quizás no sea el oboe un instrumento muy apropiado para trasladarnos a los universos de Granados y Albéniz, como quedó demostrado también en unas muy simples y rígidas Malagueña, de España, y Granada y Sevilla, de Suite española, a pesar de los esforzados arreglos de Guzmán, orientados también a destacar el papel protagónico de la madera frente al contrapuntístico y casi exclusivamente acompañante de la guitarra.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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