miércoles, 5 de julio de 2017

EL TELEMANN CORTO DE ESPÍRITU DE BARROCO SÚBITO

18ª edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Barroco Súbito: Valentín Sánchez y Leo Rossi, violines; Ventura Rico, viola da gamba; Alejandro Casal, órgano. Programa: Fantasía para violín nº 9, Sonata para viola da gamba en mi menor, Suite “Los viajes de Gulliver”, Sonata metódica nº 2 y Trío Sonata TWV 42:D1, de Telemann. Martes 4 julio 2017

Casal, Sánchez, Rossi y Rico
Bajo el nombre de Barroco Súbito, varios de los más significativos integrantes de la Barroca de Sevilla se reunieron para homenajear a Telemann en el doscientos cincuenta aniversario de su muerte. Bajo el brazo un programa sumamente atractivo, diseñado de forma muy inteligente para ofrecer un amplio muestrario de la música en pequeño formato compuesta por el músico de Magdeburgo. Naturalmente eso deja fuera sus imprescindibles suites y oberturas, ideadas para conjuntos más numerosos, y por supuesto otras disciplinas en las que Telemann fue indiscutible maestro. El conjunto volvió a exhibir su entusiasmo también en las simpáticas e ilustrativas introducciones de las obras seleccionadas.

El concierto arrancó en inmejorable forma con una de las doce fantasías para violín que compuso en Hamburgo alrededor de 1735, y que forman parte junto a otras doce para flauta, treinta y seis para clave y otras doce para viola da gamba recientemente recuperadas, de su integral para instrumentos sin acompañamiento, magistrales en concepto y estructura. De esta Fantasía nº 9 Leo Rossi ofreció una interpretación impoluta, ágil y perfectamente matizada, honrando el trabajo del autor, que como en otros instrumentos fue también un autodidacta del violín, y resaltando el estilo fugado con influencias de la sonata italiana que caracteriza esta pieza, tan elegante en la Siciliana inicial como vibrante y enérgico en el Vivace y el Allegro que la completan. El encanto de la Suite sobre Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, apenas publicada dos años después de editarse el libro, quedó algo difuminado en la versión de Rossi y Valentín Sánchez, atentos a dinámicas y registros pero cortos a la hora de insuflar de comedia y alegría esta singular obra, una suite programática de danzas con un refinado estilo francés del que los ejecutantes no acertaron a extraer su lado cómico.

Haendel decía que Telemann podía componer un motete a cuatro voces con la misma facilidad con la que cualquier persona podía escribir una carta. Eso da idea de la naturalidad de su estilo, capaz de llegar fácilmente a un público muy amplio, con más imaginación que contrapunto. Por eso sorprende el apelativo metódico de su Sonata para violín y bajo continuo, que Sánchez bordó a nivel técnico pero manteniendo un nivel discreto de expresividad. En el continuo se optó por órgano en lugar de clave, quizás por imposición más que por decisión, lo que restó brillo y relieve a las piezas, como en esa Sonata para viola da gamba de la que Ventura Rico dio buenas muestras de lirismo y voluptuosidad en sus movimientos lentos, mientras acusó alguna deficiencia técnica en las agilidades del Vivace y el Scherzando, lógico por otro lado considerando la dificultad del instrumento. Ya todos en el Trío Sonata que culminó la exhibición, prosiguieron con la tónica ofrecida el resto del programa, buen ejercicio, sonido empastado pero algo corto en espíritu, esa gracilidad y ese tono improvisado que merece la obra del compositor alemán.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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