viernes, 16 de junio de 2017

DE LA CALMA A LA TEMPESTAD, Y ESPAÑA EN MEDIO

12º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Asier Polo, violonchelo. JoAnn Falletta, directora. Programa: Ma mère l’Oye, de Ravel; Concierto in modo galante, de Rodrigo; Die Seejungfrau, de Zemlinsky. Teatro de la Maestranza, jueves 15 de junio de 2017

El breve lapso de euforia que supuso la retirada de los lazos verdes en los hábitos de los y las integrantes de la Sinfónica llegó el jueves a su fin con el incumplimiento por las instituciones de parte de los compromisos asumidos con los representantes de la orquesta, incluido algo tan grave como que el conjunto siga sin tener un gerente que organice y defienda su gestión administrativa. Es la España de los políticos incompetentes y corruptos que sirven de imagen y referente a una sociedad anestesiada y resignada a ser el cortijo en el que nos han convertido. La España que estuvo representada en el duodécimo concierto de abono de esta temporada en los aires neoclásicos de Joaquín Rodrigo, en cierto modo un reflejo del retrato que Goya hizo de una sociedad en deconstrucción que ya mostraba las características que la convierten en escarnio de auténticos demócratas. Esta pieza sirvió de nexo entre otras dos con inspiración en cuentos clásicos, cuyos valores no deberían encajar en una educación infantil moderna, por violentos y machistas, pero que inspiraron el carácter delicado y mágico de Ravel frente al más tempestuoso del poema sinfónico de Zemlinsky.

Si la memoria no nos falla, JoAnn Falletta es la tercera mujer en subir al podio del Maestranza, después de Gloria Isabel Ramos y Kerri Lynn-Wilson. La norteamericana es la directora titular de la Filarmónica de Búfalo y una consumada artista que ha grabado multitud de registros, muy especialmente los que ha dedicado a Ernö Dohnányi. Su visión de los cinco números que integran la suite Mi madre la oca de Ravel estuvo impregnada de dulzura y delicadeza, prácticamente como si la música flotara y la atmósfera mágica y sutil de la página fuera perfectamente palpable. Melancólica y vivaz, encantadora y cristalina, así sonó en sus manos la magnífica orquestación de la pieza original para piano. Con un deslumbrante uso de las dinámicas y un emocionante crescendo final, coronó una interpretación magistral de la obra. Con ella nos sumergimos quizás en esa calma en la que se había sumido la orquesta tras las promesas que le auguraban un futuro más optimista. Con La sirenita final nos embarcamos en la tempestad que se avecina tras el incumplimiento sistemático de las medidas prometidas. La pieza de Alexander von Zemlinsky, retirada de las salas de concierto durante cerca de ochenta años, adopta la forma de poema sinfónico, pero su carácter discursivo y monótono no le permite situarse entre lo más acertado de su producción. Falletta manejó también aquí texturas y dinámicas de manera muy convincente, con enorme atención a los detalles y atenuando los diversos cambios de color y carácter, ofreciendo momentos de enorme lirismo frente a otros de fuerte espíritu tempestuoso.

Hacía tiempo que no disfrutábamos de Asier Polo en el Maestranza. Con una evidente complicidad con la directora estadounidense y una orquesta en plena forma, Polo ofreció una rutilante interpretación del Concierto galante de Joaquín Rodrigo, primero de los dos que compuso para el violonchelo y de fuerte inspiración en Boccherini, con un tono popular e irónico, potenciado por un uso generoso de disonancias, que Polo, siempre carnoso y aterciopelado, supo recrear a la perfección, mientras en el adagietto ofreció un profundo y conmovedor lirismo. Su orquestación sencilla, manejada además con respeto y admiración por Falletta, permitió al violonchelista vasco desplegar sus amplios recursos con comodidad. Un arreglo para violonchelo y orquesta del Intermezzo de la ópera Goyescas de Granados sirvió como propina, casualmente un día después de deleitarnos con la transcripción para guitarra que ofreció Esther Guzmán en la clausura del Festival de Primavera de Juventudes Musicales. De manera insólita tratándose de un programa de abono, hubo propina también al final del concierto, tras La sirenita, como sentido y emotivo homenaje a la compañera Pastora Domínguez Moreno, violonchelista de la orquesta desde su fundación y fallecida a la prematura edad de 67 años. Nimrod, de las Variaciones Enigma de Elgar, fue una muy adecuada elección para sublimar la figura de la desaparecida, con una interpretación llena de solemnidad y emoción.

3 comentarios:

  1. Otra vez, gracias por tus comentarios.
    Para nosotros fue un placer conocer y trabajar con Falletta.
    A parte de las mencionadas yo recuerdo a Jane Glover, y a otra directora (no recuerdo su nombre)
    En todo caso, pocas.
    Un saludo

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  2. Otra vez, gracias por tus comentarios.
    Para nosotros fue un placer conocer y trabajar con Falletta.
    A parte de las mencionadas yo recuerdo a Jane Glover, y a otra directora (no recuerdo su nombre)
    En todo caso, pocas.
    Un saludo

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  3. El placer es como siempre mío y de quienes tienen la suerte y el privilegio de seguir vuestros magníficos conciertos

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