jueves, 25 de mayo de 2017

LA BARROCA CIERRA TEMPORADA CON UNA RAREZA EXUBERANTE, ACI, GALATEA Y POLIFEMO, DE HANDEL

Temporada 2016/2017 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Andreas Spering, director. Berit Solset, soprano. Gabriel Díaz, alto. Luigi di Donato, bajo. Programa: Aci, Galatea e Polifemo, se Handel. Teatro Lope de Vega, miércoles 24 de mayo de 2017

Andreas Spering
Circula un video en el que Ruth Rosique interpreta a Acis, el pastor siciliano que se enamora de la ninfa Galatea, provocando así los celos del malvado cíclope Polifemo. Se trata de una versión escenificada por Davide Livermore, que justamente prepara su Bohéme valenciana para los próximos días en el Maestranza, en el que canto y danza conviven en reflejos simétricos, que nos hace preguntarnos por qué la excelente soprano gaditana, tan vinculada a nuestro círculo musical en colaboraciones generalmente anecdóticas, no ha sido considerada para ese papel en la primera interpretación que de la obra de Handel se realiza en nuestra ciudad. Es más, ¿por qué no la hemos visto en papeles de enjundia en nuestras temporadas líricas? Afortunadamente no pasa lo mismo con Gabriel Díaz, estupendo contratenor de Pilas que ya está cosechando notables triunfos en escenarios de todo el Mundo, y que en esta ocasión da vida a Galatea, papel concebido para castrato soprano pero que actualmente se encomienda a contraltos o mezzosopranos dada la tesitura de una voz a la que se le exige un timbre más agudo del que suele acompañar a un contratenor. De ahí que las intervenciones de Díaz, a cuya sedosa y bien proyectada voz, así como buen gusto en las ornamentaciones, nada hay que objetarle, no lograsen el nivel de convicción que el personaje demanda, aunque él salvara con notable las múltiples dificultades que esconde el rol.


Gabriel Díaz
Aci, Galatea e Polifemo es una cantata dramática o serenata que Handel compuso en 1708, durante su etapa italiana, probablemente por encargo de la Duquesa de Sanseverino para engalanar los fastos nupciales de su sobrina en Nápoles. De esa trama basada en los textos del poeta griego Teócrito surgiría diez años después la ópera, ya en inglés, Acis y Galatea, también del autor de El Mesías. El esfuerzo de la Barroca para poner en pie este drama lírico en concierto, contando para ello con la batuta del prestigioso Andreas Spering, de quien ya disfrutamos su Cazador furtivo de Weber hace seis años junto a la ROSS, no se vio rematado por una serie de circunstancias secundarias, como por ejemplo no ofrecer subtítulos que ayudasen a seguir la trama, o situar a los cantantes detrás de la orquesta, práctica últimamente muy extendida, si bien estimamos habrá sido una decisión obligada por las estrecheces del escenario y las particularidades acústicas del Teatro Lope de Vega.


Luigi de Donato
Ya desde la Obertura quedó patente que Spering optaría por tempi rápidos y extremadamente ágiles, como de hecho corroboró el dúo Sorge il dí con el que arranca la función, en detrimento del mayor lirismo y amabilidad que caracterizan páginas como ésta cuando se abordan con tiempos más pausados, aunque ello no nos privara de momentos sublimes en las voces de Galatea y Aci, a los que la orquesta se plegó con dulzura y hasta compasión. La estética refulgente y agresiva de Spering, más exuberante que elegante, pero con mucha energía dramática y un agitado virtuosismo, le vino muy bien a un conjunto que sobresale en estas lides, si bien no podemos pasar por alto que la cuerda aguda sonó a veces estridente, o que las maderas acompañaron torpes e imprecisas en el dificilísimo Fra l’ombre de Polifemo, que Luigi de Donato salvó con holgura, manteniendo su difícil equilibrio y exhibiendo una especial agilidad vocal de amplio rango y registro exigente, lo que provocó naturalmente la ovación del público. El bajo italiano ya arrancó en perfecto estilo, con furia y ferocidad, en Sibiliar l’angui; quizás un poco más de temperamento y carácter grotesco habría redondeado su participación. Por su parte Díaz se lució en arias como la conmovedora Benché tuoni, haciendo gala de una especial calidez, facilidad para articular y brillar en agilidades. Más pequeña resultó la voz de la soprano noruega Berit Solset, que ya tuvimos ocasión de escuchar hace apenas tres meses en este mismo escenario con The King's Consort, pero echó mano de una considerable vena dramática en arias como Qui l’augel da pianta in pianta, y sobre todo la casi susurrada Verso giá l’alma. Todo al servicio de una merecida divulgación de una pieza que merece ser disfrutada con recursos tan dignos como los que ofrecen la Barroca y sus acompañantes.

3 comentarios:

  1. ¿Estaban tus amigos Ventura Rico y Mercedes Ruiz, esos mismos que piensan que soy una puta mierda de crítico? Qué alegría.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar