domingo, 5 de marzo de 2017

LA BÉTICA DE CÁMARA, POR EL BUEN CAMINO

Orquesta Bética de Cámara. Isabel Jiménez Montes, violín. Michael Thomas, director. Programa: Petite Symphonie, de Gounod; Concierto para violín Op. 64, de Mendelssohn; Sinfonía nº 2 Op. 55, de Saint-Saëns. Espacio Turina, sábado 4 de marzo de 2017

Isabel Jiménez Montes
Seguimos celebrando el reflote hace ya unos años de la orquesta más veterana de nuestra ciudad, y una de las más antiguas de España. Michael Thomas la está llevando por muy buen camino y con buen pulso, con programas tan deliciosos como éste, que completan nuestra oferta musical y cubren el hueco que han dejado los cada vez más insólitos programas de la ROSS, cuyos maestros y maestras no olvidemos se han convertido en la savia que alimenta el espíritu juvenil que se ha adueñado del resto de nuestras formaciones.

La Petite Symphonie de Gounod es una de esas piezas que sirven sobre todo para demostrar la valía de sus intérpretes, en este caso la plana mayor de los instrumentos de viento de la Bética. Un noneto en el que clarinetes, fagotes, oboes y trompas a dos, además de una flauta, estuvieron brillantes, con un diálogo de largas líneas melódicas y armonías simples y transparentes, sobresaliendo equilibrio y energía a partes iguales. Reminiscente de Mendelssohn en el segundo movimiento, la pieza dio paso al célebre y popular Concierto para violín del compositor alemán, que encontró en manos de la joven sevillana Isabel Jiménez Montes una ejemplar demostración de fuerza y agilidad, con fraseos serios y bien definidos, sólo empañada por un sonido no siempre homogéneo y puntuales pérdidas de tono, pero con unas cadencias en el primer movimiento ciertamente notables. Thomas acompañó con respeto, pero con tendencia a la estridencia y la saturación. Como propina Montes tuvo la atención de interpretar unas variaciones de aires gitanos, acompañada del cajón, que le dedicó su profesora Antonia González y le permitió una sana exhibición de virtuosismo.

Una vigorosa y agitada recreación de la Sinfonía nº 2 de Saint-Saëns, obra decididamente menor pero de indudable encanto, puso cuerpo y final a este concierto con una mayor asistencia de público en una temporada que el conjunto no sólo simultanea con sus proyectos didácticos sino también con su primer ciclo camerístico. Que ya tiene mérito salvar con apenas una treintena de miembros y con tan buenos resultados un programa en su mayor parte destinado a orquestas más voluminosas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 6 de marzo de 2017

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