miércoles, 8 de marzo de 2017

J. PEDRO LUNA Y VIENTOS DE FRANCIA

Concierto de Juventudes Musicales de Sevilla. Juan Pedro Luna, saxofón. Juan Escalera, piano. Juan Jiménez, saxofón; Quinteto Boheme: Fco. José Urbano, flauta. Pedro I. Jiménez, clarinete. Antonio Lasheras, trompa. Ignacio Cano Raboso, oboe. Raquel García, fagot. Programa: Preludio a la siesta de un fauno, de Debussy; Légende Op. 66, de Schmitt; Sonata nº 2 “Española”, de Turina; Trío para piano, oboe y fagot (arr.), de Poulenc; Sevilla, de Albéniz; Scaramouche, de Milhaud. Espacio Turina, martes 7 de marzo de 2017

Juventudes Musicales ha ganado espacio y público gracias a su nuevo emplazamiento en el Espacio Turina. Aun así la sala se quedó grande para la mediana afluencia que se acercó a disfrutar del talento y la musicalidad de Juan Pedro Luna. Hace años que no lo veíamos en concierto, desde que actuara en el Pabellón de Juventudes en el Parque María Luisa, y sólo unos días después como solista junto a la Sinfónica Conjunta en el Auditorio de Ingenieros. Pero de aquello hace ya cuatro años y el Pedro Luna que nos hemos encontrado ahora se ha consolidado como músico de primera, ha madurado como artista y ha ganado sobre todo en seguridad, lo que también se proyecta en su capacidad para transmitir, que al fin y al cabo es lo que cuenta cuando de hacer arte se trata.

Con el profesor Juan Escalera acompañándole al piano con notable sentido de la armonía y la sensibilidad, León desplegó su habilidad en una primera parte dominada por el saxo soprano, con una transcripción del Preludio para la siesta de un fauno marcada por la melancolía y acertada en sensualidad, si bien algunos arabescos no quedaron tan redondos como el resto de la pieza. En un mismo tono impresionista deambuló la Légende del también francés Florent Schmitt, cuyas líneas son aún más sinuosas y sus efectos más serpeantes, con dinámicas breves y entrecruzadas que el joven saxofonista salvó con agilidad y precisión, en versión transcrita del original para saxo alto y orquesta. La Sonata Española de Turina, obra maestra del repertorio español para violín, encontró en este otro arreglo toda la magia de su potente nacionalismo, traducido en palos como la petenera y danzas como el zortziko o el fandaguillo, que los intérpretes llevaron a muy buen puerto.

La pasión por la música francesa, últimamente tan presente en nuestras salas de concierto, continuó en la segunda parte, ya con el saxo tenor entre las manos de León, que con su profesor Juan Jiménez al saxo soprano lograron una versión chispeante y cómica del Trío para piano, oboe y fagot de Poulenc, salvando todas sus complejas articulaciones. Los jóvenes integrantes del Quinteto Boheme ofrecieron un arreglo lleno de brío y color de Sevilla de Albéniz, para a continuación unirse a León en una virtuosa y elegante interpretación de Scaramouche de Darius Milhaud, abundante en picardía y hechizo. La Nana de Falla que León entonó como propina fue como un canto triste que dejó bien clara su aptitud para expresar tan diversos estados de ánimo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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