domingo, 5 de marzo de 2017

CUARTETO EMISPHERIO, CRONOLOGÍA DEL OBOE A LA INVERSA

6º concierto del ciclo de música de cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Cuarteto Emispherio: Vladimir Dmitrenco, violín. Jerome Ireland, viola. Gretchen Talbot, violonchelo. Sarah Roper, oboe. Programa: Cuarteto para oboe Op. 61, de Arnold; Cuarteto con oboe, de Torres; Trío para cuerdas nº 1 Op. 9, de Beethoven; Cuarteto de oboe K.370, de Mozart. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, domingo 5 de marzo de 2017

Emispherio es uno de los grupos de cámara más consolidados de los surgidos de la Sinfónica de Sevilla, con disco incluido grabado aquí hace ahora justo dos años, coincidiendo con el décimo aniversario de su fundación, y que ha recibido fundados elogios en revistas especializadas dentro y fuera de España, especialmente para la flexibilidad y el exquisito gusto de la oboísta Sarah Roper. Sus compañeros y compañera no se quedan por supuesto atrás, en toda una demostración de elegancia y dominio técnico a la hora de abordar páginas de estéticas tan distintas como las ofrecidas en el sexto concierto del ciclo de cámara de la orquesta hispalense.

Sólo la pieza de Malcolm Arnold, compositor británico al que debemos bandas sonoras de películas tan reputadas como El puente sobre el río Kwai (aunque su célebre marcha no es suya sino de Kenneth Alford), se recoge en el registro aludido, encontrando en los integrantes de Emispherio una interpretación de carácter muy afectivo, cálida y hasta etérea en el allegretto central. Con un legato y fraseo preciso, Roper hizo aquí alarde de un fino humor, mientras el resto proyectó con delectación sus largas líneas melódicas y su ritmo sincopado. Mucho más compleja fue la composición de Jesús Torres, protagonista con sus Sonetos del concierto de la Orquesta Nacional de España del pasado fin de semana. Con un lenguaje tonal y en cierto modo melódico, su Cuarteto con oboe juega con los límites del instrumento en tono y registro, exigiendo de la intérprete un control exhaustivo de la respiración, con largas y altas notas que llegaron a extenuarla hasta conseguir un difícil triunfo.

El clasicismo dominó la segunda parte, primero con el tercero de los tríos que Beethoven compuso para cuerdas, número uno del opus 9 que él consideró durante mucho tiempo su obra maestra. Una pieza de exuberante expresividad que logró en manos de Dmitrenco, Ireland y Talbot una ejecución impecable en lo técnico, consiguiendo destacar el conflicto interno entre lo dramático y lo patético del allegro inicial, el carácter apacible del adagio, el desarrollo modulante del scherzo y la campechana agilidad del presto final. Roper volvió a cautivarnos en el Cuarteto de oboe de Mozart, donde sus ornamentaciones sirvieron de contrapunto ideal al conciso acompañamiento de la cuerda. El norteamericano Jerome Ireland presentó con respeto y emoción la propina, He Loves and She Loves de Gershwin, en un encantador y breve arreglo precedido del canto del violista cual Fred Astaire en la película Una cara con ángel de Stanley Donen.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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