jueves, 9 de febrero de 2017

EL VIOLÍN MÁGICO DE DIDIER LOCKWOOD

Didier Lockwood feat. Antonio Faraò Trio. Didier Lockwood, violín. Antonio Faraò, piano. Jerome Regard, contrabajo. Andy Barron, batería. Teatro Lope de Vega, miércoles 8 de febrero de 2017

Antes de que asome la flauta en el Maestranza el próximo domingo, la verdadera magia instrumental la trajo a Sevilla el gran Didier Lockwood y su violín. El espléndido ciclo de jazz que el Lope de Vega viene ofreciendo desde hace un par de temporadas se anotó otro tanto importante esta semana con el magnífico concierto del violinista francés, acompañado por el no menos emblemático pianista italiano Antonio Faraò y sus dos acompañantes, el también francés Jerome Regard y el baterista inglés Andy Barron. Como suele ocurrir en estas exhibiciones, el espectáculo fue de menos a más, lo que tardó en calentarse el conjunto y conseguir que el público, en cierto modo escaso para lo que suele ser habitual en estos eventos, hiciera lo mismo.

No compartimos la necesidad de amplificar en todo caso estos conciertos de jazz, menos cuando los instrumentos convocados se prestan a una interpretación tan acústica como fue el caso. De hecho la amplificación generó más distorsión de la conveniente, demasiados decibelios para una propuesta como la que traían estos magníficos intérpretes, quienes además manifestaron su incomodidad ante las mezclas y el equilibrio provenientes de la mesa técnica. Sólo se justificó en puntuales intervenciones de Lockwood en las que la tecnología se hizo imprescindible, el resto hubiera salido mejor parado sin ella, y el Lope de Vega lo hubiera agradecido. La magia emergió ya antes de que lo hiciera el circo, con una estupenda jam session en la que cada cual tuvo su momento de gloria. Después llegó un fascinante Good Morning, Lady Sun de ritmos sensuales y electrizantes, en los que Faraò dio buenas muestras de atesorar unos dedos de prodigiosa agilidad. La dosis de sensibilidad melódica llegó con La balada de Pat y Robin, precedida de un improvisado couplet entre los dos protagonistas y con Lockwood dando buenas muestras de virtuosismo y emoción, y prosiguió con Beautiful Night.

El discípulo de Grappelli y Solal hace mucho que demostró tener un estilo propio y personal, a veces furioso y haciendo sonar su instrumento como si fuera una guitarra heavy, incluso cuando homenajea al mítico artista parisino, como en aquel estupendo disco de 1993. Con apenas media docena de temas, convenientemente alargados mediante vertiginosas ornamentaciones, el punto álgido llegó con un solo del francés al violín eléctrico, con acompañamiento de caja grabadora y repetidora, como hiciera Richard Bona en este mismo teatro hace dos temporadas, pero con un dominio y un control técnico extraordinario. En la pieza recorrió músicas de todo el Mundo, desde la Alemania de Bach a la música bohemia pasando por el celta irlandés, el flamenco, el norte de África y la Venecia de Vivaldi, y paseándose por toda la platea. Es ahí donde magia y circo del bueno, ese que tanto respeto nos merece, emergió para deleite de un público alucinado.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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