domingo, 22 de enero de 2017

CRISTINA MONTES Y LA BÉTICA DE CÁMARA: ORGULLO POR EL TALENTO LOCAL

Orquesta Bética de Cámara. Cristina Montes, arpa. Michael Thomas, director. Programa: Petite Suite, de Debussy; Concierto para arpa, de Boieldieu; Sinfonía en Do mayor, de Bizet. Espacio Turina, sábado 21 de enero de 2017

No nos cansamos de repetir lo orgullosos que nos sentimos de que en apenas treinta años Sevilla haya pasado de un práctico analfabetismo musical a atesorar al menos cuatro más que estimables orquestas sólo en la capital. La Bética de Cámara es una de ellas, que cada vez depura más su habilidad técnica y capacidad expresiva, como demostró en el exquisito programa con el que inauguró el año. No es la primera vez que Thomas exhibe su admiración por la música francesa; ya en junio de 2015 en el Alcázar ofreció un concierto de similares características. Este lunes además complementa el programa en formato pequeño de cámara.

La Pequeña Suite de Debussy es un conjunto de miniaturas coreográficas de carácter tan delicado como complaciente, concebido para piano a cuatro manos pero orquestado con notable encanto y ligereza por Henri Büsser. A pesar de su conocido entusiasmo y empeño, la batuta de Thomas optó una vez más por el trazo grueso, acusándose evidentes desequilibrios en la primera página, pero también brillantez en el Cortejo y melancolía en el Minueto. Majestuosa, a pesar de ejecutarse por apenas una veintena de músicos, resultó la Sinfonía que Bizet compuso muy joven como ejercicio académico y que hoy disfruta de gran popularidad. Todo su enérgico ritmo y vigoroso perfume quedó patente en una interpretación en la que sin embargo volvió a asomar con frecuencia el estilo tosco que traiciona a un director sin duda admirable como persona y trabajador incansable. Cabe destacar el adagio, con un acertado tono elegíaco y un sensacional oboe solista.

El arpa era un instrumento muy apreciado en los salones parisinos del siglo XVIII. François Adrien Boieldieu compuso uno de los más célebres conciertos para el instrumento en plena transición de siglos, y la deslumbrante, también en belleza y atuendo, arpista sevillana Cristina Montes, lo hizo valer. Avalada por diversos premios internacionales, el mismísimo Barenboim y su plaza en la magnífica Orquesta de la Comunitat Valenciana, la joven arpista hizo gala de una extrema sensibilidad, no digamos ya de dominio técnico y buen gusto para paladear cada nota de esta compleja pieza y potenciar sus frecuentes acentos dramáticos. Lástima que la orquesta no siempre mantuviera el justo equilibrio con la sutil solista, tapándola ocasionalmente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

No hay comentarios:

Publicar un comentario