jueves, 13 de octubre de 2016

UN MONSTRUO VIENE A VERME Espectáculo visual de poco calado emocional

Título original: A Monster Calls
España-USA 2016 108 min.
Dirección J. A. Bayona Guión Patrick Ness, según su novela Fotografía Óscar Faura Música Fernando Velázquez Intérpretes Lewis MacDougall, Liam Neeson, Sigourney Weaver, Felicity Jones, Toby Kebbell, Geraldine Chaplin, James Melville, Max Gabbay Estreno en España 7 octubre 2016

Juan Antonio Bayona no ha conocido el fracaso; sus películas han recibido siempre los apoyos más espléndidos y generosos, con unos despliegues mediáticos y publicitarios enormes que posiblemente se hayan extendido incluso a lograr los más encendidos elogios de una crítica que diezma así todavía más sus niveles de credibilidad. No seremos nosotros quienes neguemos a Bayona sus méritos como narrador y artífice de espléndidos espectáculos visuales; nos rendimos incluso ante las bondades de Lo imposible. Pero nos hemos dado de bruces con esta su última película, muy esperada y con grandes expectativas de por medio. Basada en una novela de Patrick Ness inspirada en la experiencia de la escritora irlandesa Siobhan Dowd, enferma terminal de cáncer, e ilustrada por Jim Kay, A Monster Calls narra la historia de un niño muy muy desgraciado (si además hubiera tenido un físico desagradable y viviera en la indigencia se hubiera parecido a Precious), víctima de acoso escolar, de padres divorciados (él no parece querer hacerse cargo del hijo), con una abuela antipática y una madre enferma. En vez de inventarse un amigo invisible, tan recurrente entre los niños anglosajones, se inventa un monstruo salido de un árbol que ejerce de manual de autoayuda a través de una serie de cuentos, lo mejor de la película, que irán curando las heridas que tanto hacen sufrir al pobre chaval. Trata por lo tanto del sufrimiento de un niño, pero lo hace con tintes fantásticos gracias a las experiencias oníricas del protagonista, mientras el drama viene servido por un guión preciso, una puesta en escena clásica y sobria y unas buenas interpretaciones, aunque paradójicamente al servicio de unos personajes sin relieve ni profundidad. No hay más vida, ni anterior ni posterior a los hechos narrados, en los personajes de la película. No están lo suficientemente trabajados como para generar realidad; son difíciles de creer, especialmente Sigourney Weaver, que aunque espléndida como siempre, no encaja en el perfil del personaje que interpreta. A partir de ahí poca emoción hemos encontrado en esta película que sin embargo juega incansablemente a emocionarnos sin pudor. En resumidas cuentas, funciona como espectáculo visual extraordinario y entretenido, con un diseño de producción encomiable en el que se incluyen un monstruo sensacional, aunque directamente deudor del diseñado por Kay para ilustrar el libro, con la voz profunda y grave de un impagable Liam Neeson (imprescindible la versión original), y unas secuencias de animación de una creatividad exultante. Por lo tanto no se trata de un producto despreciable y servirá al director para afianzar aún más su carrera americana (es una coproducción y presumiblemente triunfará en el mundo entero), pero contiene poca realidad y una supuesta emoción que suena más a pura impostura. Pero la están vendiendo muy bien, y eso se agradece en una industria siempre al borde del abismo como la nuestra.

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