jueves, 4 de agosto de 2016

LAS REDUCCIONES TESTIMONIALES DE TOTEM ENSEMBLE

17º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Vladimir Dmitrenco, violín 1º. Luis Miguel Diaz, violín 2º. Jerome Ireland, viola. Nonna Natsvlishvili, cello. Francisco Lobo, contrabajo. Programa: El entorno de Granados y Satie (obras de Satie, Granados, Delibes, Fauré, Debussy, Massenet, Albéniz, Saint-Saëns y Bizet).
Miércoles 3 de agosto de 2016

No será aquí donde pongamos en duda la capacidad y solvencia de los músicos de la Sinfónica de Sevilla que integran el quinteto de cuerda Totem Ensemble. Bien sabido es lo queridos y respetados que son en nuestra ciudad, y lo mucho que nos han hecho disfrutar como parte de la plantilla de nuestra orquesta, o por separado en los conciertos de cámara del conjunto hispalense. Por otro lado, Vladimir Dmitrenco se ha ido perfilando en los últimos años como uno de los componentes más inquietos y con mayor iniciativa de la ROSS, liderando algunas de sus propuestas más entrañables y desinhibidas, como el ya tradicional concierto de Navidad que nos regala cada año. Pero las Noches en los Jardines del Alcázar están conociendo un nivel muy exigente y aunque vale acercarse a ellas con un programa tan amable y popular como éste, a la hora de abordarlo es conveniente hacerlo con mayor ímpetu, compromiso y rigor que el que ofrecieron los maestros y maestra del conjunto.

Aprovechando el centenario de la muerte de Granados y el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Satie, se convocaron los más sobresalientes compositores franceses del momento, algunos compañeros de Granados durante su estancia parisina, así como Albéniz, contemporáneo y colega del malogrado autor catalán. Piezas en su mayoría arregladas sin demasiada imaginación a partir de sus originales para piano, concebidas más para lucimiento del primer violín, dejando relegados los demás a mera comparsa, salvo alguna excepción. Dmitrenco resolvió mejor los pasajes vigorosos de la Bacanal de Saint-Saëns o la Habanera de Bizet, que los más sutiles e intimistas como las celebérrimas Gnosienne nº 1 y Gymnopedie nº 1 de Satie, que sonaron raquíticas en unas adaptaciones al conjunto de cuerda muy poco trabajadas, a pesar de lo cual logró extraer cierta poesía de la Meditación de Massenet.

Mejor resultó el conjunto cuando ofreció más cuerpo y volumen, aunque las versiones meramente funcionales del Pizzicato del ballet Sylvia de Delibes y considerablemente reducidas de la Pavana de Fauré y la ya mencionada Bacanal tuvieron un valor meramente testimonial, sin complicación ni alarde alguno. La Canción árabe de Granados, Córdoba de los Cantos de España de Albéniz y el Intermezzo de la ópera Goyescas consiguieron un nivel más aceptable de ensamblaje y firmeza que otras piezas como el Golliwog’s Cakewalk de Debussy, que perdió parte de su esencia en una interpretación desganada poco acorde a su espíritu de ragtime. Las ilustraciones de Dmitrenco, siempre simpático, atento y agradecido con el público y la organización, no arrojaron luz alguna sobre el programa, pero potenciaron el aire distendido de la propuesta, cuya mayor baza se guardó para las propinas, especialmente una muy elaborada y conseguida versión del Owner of a Lonely Heart del mítico grupo rock Yes, que lideraba Jon Anderson, habitual colaborador de Vangelis.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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