sábado, 11 de junio de 2016

IDOL La Meca de la libertad y la felicidad

Título original: Ya Tayr El Tayer
Palestina 2015 100 min.
Dirección Hany Abu-Assad Guión Hany Abu-Assad y Sameh Zoabi Fotografía Ehab Assal Música Hani Asfari Intérpretes Tawfeek Barhom, Nadine Labaki, Ahmed Al Rokh, Hiba Attalah, Kais Attalah, Abdel Kareem Barakeh, Eyad Hourani, Ahmad Qasem Estreno en el Festival de Toronto el 11 septiembre 2015; en Kuwait 21 enero 2016; en España 3 junio 2016

Parece mentira que una historia que parece tuvo cierta trascendencia hace unos años en los medios de comunicación universales, por su carácter amable y el canto literal que para hacer prevalecer las ansias de libertad y autodeterminación del pueblo palestino, haya tenido que ser adaptada al cine para que nos hagamos eco de ella. Nuestros servicios informativos parecen más centrados en divulgar sempiternas y cansinas campañas y miserias políticas y económicas, así como desgracias a las que según qué nacionalidad se les dedican excesivas horas de emisión y espacio aunque la información apenas alcance unos minutos para completarla. Historias esperanzadoras y amables como ésta que narra la nueva película del director de Paradise Now y Omar, y que en cierto modo la emparenta con Slumdog Millionaire, aunque con un tono más simpático y menos pretencioso que la película de Danny Boyle, apenas son despachadas como anécdotas en el mejor de los casos, dejando una impresión global de que la humanidad sólo es capaz de generar noticias amargas y apocalípticas. La historia del cantante palestino Mohammad Assaf, ganador de Arab Idol, el Operación Triunfo de los países árabes, que se desarrolla entre las más cosmopolitas El Cairo y Beirut, merece conocerse y así ha debido pensarlo Abu-Assad, que abandona el tono grave de sus anteriores películas para, sin dejar de retratar el ambiente que se vive en Gaza y las hostilidades de la que es víctima por parte de Israel y el Estado Islámico, para adoptar otro más distendido, un tono de fábula en un conjunto cuyas formas se asemejan a las del cine más comercial y complaciente, sin por ello desmerecer. El fenómeno que engendró Assaf cuando logró llegar al concurso desafiando las prohibiciones fronterizas y religiosas, y acabó erigiéndose en voz de un pueblo oprimido y cansado, encuentran en la película el vehículo ideal para generar un cuento en el que la infancia del joven y su hermana se narra con el júbilo y la felicidad propias de esa edad, a pesar de las adversidades, mientras la madurez exige unos peajes que enturbian la esperanza para devolverla en forma de oportunidad para la felicidad. El protagonista, más próximo físicamente a un joven Sinatra que al verdadero Assaf, realiza proezas y viajes imposibles que acercan la función aún más al espíritu de un cuento emotivo y emocionante, aunque en el camino abuse del sentimentalismo. Mientras, su holgado presupuesto no resulta sin embargo suficiente para recrear el famoso concurso, teniéndose que echar mano en exceso de material de archivo documental que resta espectacularidad y precisión al conjunto. Curiosamente el mismo formato televisivo que en nuestro mundo occidental se critica por domesticar a una juventud que busca un atajo fácil para triunfar, en otros lares sirve para alzar una voz contra la opresión y la sinrazón.

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