miércoles, 18 de mayo de 2016

EL HOMBRE PERFECTO Un Ripley sin ingenio ni talento

Título original: Un homme idéal
Francia 2015 97 min.
Dirección Yann Gozlan Guión Yann Gozlan, Guillaume Lemans y Grégoire Vigneron Fotografía Antoine Roch Música Cyrille Aufort Intérpretes Pierre Niney, Ana Girardot, Ludovic Berthillot, Thibault Vinçon, Valeria Cavalli, Marc Barbé, André Marcon, Laurent Grévill Estreno en Francia 18 marzo 2015; en España 13 mayo 2016

Flaco favor le hace a la tradición del cine de intriga francés una película como ésta, que funciona como pastiche de influencias fácilmente reconocibles, muy especialmente el universo de Patricia Highsmith y más concretamente El talento de Mr. Ripley. De esta magnífica novela, que ha conocido dos estupendas adaptaciones, la primera precisamente francesa, bebe descaradamente el supuestamente original argumento de esta cinta sobre la suplantación de personalidad y el mantenimiento a toda costa del éxito y la vida soñada. Pero el guión de Yann Gozlan, también realizador del engendro, y sus colaboradores pasa por alto muchos detalles, está lleno de lagunas y hace aguas frecuentemente. Empezando por la escasa definición del personaje central, del que desconocemos su origen y vida familiar, su educación y el porqué de su poco envidiable situación laboral. Los amplios lapsos de tiempo que transcurren a lo largo del metraje no ayudan a convencernos de su relación de pareja y su capacidad para inmiscuirse en una alta sociedad a la que no pertenece. Un Ripley sin talento para ejercer la profesión que anhela, y sin ingenio para resolver las delicadas situaciones en la que se involucra, por mucho que el guión lo saque una y otra vez de algún apuro, más como consecuencia del azar o la suerte que de un plan inteligentemente urdido. El protagonista de Yves Saint-Laurent, al que también hemos visto en Altamira, convence como playboy a ratos, otros resulta ridículo. La exquisita ambientación, luminosa y hasta cursi, tampoco ayuda a trazar la que debería ser la imagen de un personaje perturbador e intrigante. La música, omnipresente y también plagio en algunos pasajes de la de Gabriel Yared para la película de Minghella, tampoco ayuda. Más bien todo da un poco de grima. 

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