viernes, 29 de enero de 2016

KRAEMER Y LA BARROCA, CON FURIA Y TAMBIÉN DELICADEZA

Concierto de Santo Tomás. Orquesta Barroca de Sevilla. Manfredo Kraemer, director-concertino. Programa: Propitia Sydera. La forma es el fondo (obras de Geminiani, Rebel, von Biber, Handel y Muffat). Iglesia de la Anunciación, jueves 28 de enero de 2016

Kraemer y la OBS interpretando los Conciertos de Brandenburgo
en marzo de 2014 en la Sala Turina
Semana vertiginosa la que acaba de completar la Barroca, resonando aún los ecos de su Senna festeggiante junto a Enrico Onofri, presentando la programación del inminente Femás, en cuya clausura volverá a dirigirlos el maestro italiano, y cumpliendo rigurosamente con el calendario académico para festejar un año más al patrón católico de los estudiantes de un país presuntamente laico. Manfredo Kraemer, otro de los directores que más veces ha dirigido en escena y en estudio a la formación sevillana, se erigió en maestro de ceremonias de este evento que tradicionalmente se celebra en la Iglesia de la Anunciación, de nuevo convenientemente ataviada con paneles para amortiguar las deficiencias acústicas del hermoso recinto, coronado por un altar mayor en el que la música tiene un gran protagonismo merced al cuadro de Juan de Roelas Circuncisión de Jesús.
 
Pero esas deficiencias de sonido no están satisfactoriamente resueltas por lo que cuentan los espectadores ubicados más allá de una sexta o séptima fila, donde se manifiesta una notable dispersión acústica. Quienes tenemos el privilegio de verlos de cerca disfrutamos del entusiasmo y la versatilidad de un conjunto que no deja de emocionarnos a partir de programas breves pero diseñados a fuerza de piezas tan singulares como las de Rebel y von Biber, que ocuparon el centro de un concierto en torno a un Corelli presente indirectamente a través de su relación e influencia con los autores elegidos. Les caractères de la danse de Jean-Féry Rebel es una original e ininterrumpida suite de danzas y sonatas reservada a virtuosistas al más puro estilo italiano, como un Kraemer que supo adaptarse a sus continuos cambios de ritmo y registro, acompañado por una orquesta que supo dominar cada matiz y plano sonoro con absoluta ductilidad. También singular la prodigiosa sonata de Biber, en la que se aprecia la predilección del autor por el canon y el empleo de la scordatura, y que Kraemer edificó con una arrebatadora delicadeza cercana a lo místico.
 
La sombra de Corelli fue directa en el primero de los Concerti grossi que Geminiani compuso en Londres siguiendo el gusto por lo francés e italiano que entonces empezaba a imperar en la capital británica, a partir de arreglos, exploraciones y expansiones de las sonatas Op. 5 de Corelli, y del que la Barroca y Kramer hicieron una lectura precisa y atenta, si bien la cuerda solista atisbó por momentos cierta rugosidad. La conocida Sonata a 5 de Handel y el Concierto XII de Muffat, caleidoscopio de los estilos francés (Lully) e italiano (Corelli) revisados en este original programa, se beneficiaron del virtuosismo del concertino argentino, su perfecto eco en la cuerda acompañante, el clave y el órgano convocados, y sobre todo los toques de tumultuosa expresividad y relieve que potenciaron una cuerda grave sensacional, con arrebatadores golpes de arco incluidos.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

No hay comentarios:

Publicar un comentario