sábado, 1 de agosto de 2015

ANT-MAN El increíble Robin Hood menguante

USA 2015 117 min.
Dirección Peyton Reed Guión Edgar Wright, Joe Cornish, Adam McKay y Paul Rudd, según el cómic de Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber Fotografía Russell Carpenter Música Christophe Beck Intérpretes Paul Rudd, Michael Douglas, Evangeline Lilly, Corey Stoll, Michael Peña, Bobby Cannavale, Anthony Mackie, Matt Gerald, Judy Greer, Abby Ryder Fortson, Martin Donovan Estreno en Estados Unidos 17 julio 2015; en España 24 julio 2015

Peyton Reed dirigió en 2003 Abajo el amor, una muy estimable comedia romántica que no sólo se ambientaba en los años 50 sino que imitaba directamente el estilo de rodar de aquella época, concretamente el de las comedias de la Universal a mayor gloria de Doris Day. Luego se perdió en vehículos más o menos zafios para el lucimiento de Jennifer Aniston (Separados) y Jim Carrey (Dí que sí), mientras simultaneaba estos trabajos con comedias de situación para la televisión. No es de estrañar que Marvel lo contrate ahora para ampliar poderosamente su imperio con propuestas para todos los géneros, y si el humor combinado con la acción, al hilo del mítico Superman de Richard Donner, ya ha hecho su aparición en las cintas dedicadas a Iron Man, la primera entrega de El capitán América o de forma más evidente y corrosiva en Los guardianes de la galaxia, con Ant-Man el espectro se amplía con un humor más blando e infantil, lo que convierte la película en un producto simpático y disfrutable en su indiscutible banalidad. Paul Rudd, ese sucedáneo de Ben Affleck que no ha firmado ninguna película estimable en más de veinte años de carrera, ejerce también labores de guionista en estas aventuras en las que es inevitable referirse al clásico El increíble hombre menguante, y donde las buenas intenciones, los personajes cómicos y un espíritu saludablemente infantil sustituyen el mal rollo de los héroes actuales, sus pesados dilemas y traumas y las apoteósicas luchas finales a fuerza de violencia y destrucción por otra a menor escala con el decorado de un tren de juguete como original telón de fondo. Uno de sus aciertos es que el héroe sea un recluso, si bien por haber ejercido como una especie de Robin Hood moderno e informático; en ese sentido sus atolondrados colaboradores funcionan como una especie de proscritos. Como curiosidad, parece que San Francisco está sustituyendo a Nueva York como ciudad en la que se buscan más escenarios cinematográficos, a juzgar por la cantidad de películas ambientadas allí que se están estrenando últimamente, y la cantidad de veces que es fruto de la debacle y la destrucción.

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