jueves, 30 de julio de 2015

UNA DAMA EN PARÍS Un ejercicio de filantropía

Título original: Une estonniene à Paris
Francia-Estonia-Bélgica 2012 94 min.
Dirección Ilmar Raag Guión Ilmar Raag, Agnés Feuvre y Lise Macheboeuf Fotografía Laurent Brunet Música Dez Mona Intérpretes Jeanne Moreau, Laine Mägi, Patrick Pineau, Corentin Lobet, Ita Ever, Fabrice Colson, Piret Kalda, Helene Vannari, Ago Anderson Estreno en el Festival de Locarno 4 agosto 2012; en Estonia 12 octubre 2012; en Francia 26 diciembre 2012; en España 26 julio 2015

Estrenada entre nosotros con tres años de retraso, la segunda de cinco películas dirigidas por el realizador estonio Ilmar Raag supone un retrato amable y cariñoso del espíritu generoso, responsable y altruista de las mujeres de su país, a través de la peripecia vital de una que, tras perder a su madre anciana y con sus hijos ya crecidos y trabajando, decide aceptar una oferta de trabajo en una ciudad de ensueño, París. Allí las cosas no serán como esperaba, enfrentándola a otra mujer estonia pero francesa de adopción, anciana, soberbia y difícil, que por un lado representará un obstáculo para el normal desarrollo de sus funciones como cuidadora pero por otro le revelará un universo de sofisticación y libertad que redundará en descubrimiento y aprendizaje para la mujer báltica. No hay mucho más en esta sencilla y apacible película que nos brinda la oportunidad de disfrutar de una Jeanne Moreau octogenaria y en plenas facultades, a la vez que descubrir a Laine Mägi, una actriz llena de recursos y matices, y que con solo su mirada expresa la satisfacción y el aturdimiento que le provocan las calles, monumentos, cafés y tiendas de la ciudad de la luz. Lo más válido, y donde el mensaje de la película triunfa, es mostrar un estilo de vida en el que involucrarse en la suerte de los otros, implicarse en las emociones y sentimientos de los demás, supone una satisfacción y un premio; de la misma forma que nunca está de más mostrar que el amor, la pasión y el deseo también pueden habitar en cuerpos machacados por la edad en los que residen mentes privilegiadas por su eterna juventud y su interminable capacidad para la ilusión.

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