martes, 19 de mayo de 2015

MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA Adrenalítica y frenética persecución sin fin

Título original: Mad Max: Fury Road
Australia 2015 120 min.
Dirección George Miller Guión Nick Lathouris, Brandan McCarthy y George Miller Fotografía John Seale Música Junkie XL Intérpretes Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Zoë Kravitz, Angus Sampson, Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Nathan Jones, Abbey Lee, Josh Helman, Courtney Eaton Estreno en Australia 14 mayo 2015; en España 15 mayo 2015

El universo creado por George Miller a partir de las películas de carretera tan frecuentes en la década de los setenta, desde Easy Rider a El diablo sobre ruedas, combinado con un paisaje desolador y desértico con ínfulas apocalípticas, ha inspirado a generaciones de realizadores de cine fantástico que desde entonces han generado mundos muy similares al imaginado por el director australiano con escasos medios y mucho entusiasmo. Las dos primeras entregas de Mad Max, en torno a la venganza y el viaje desorientado de un ex policía a quien una banda de criminales de carretera se lo ha arrebatado todo, han pasado a la historia del cine como génesis de un género singular y diferente, mientras en su vocación de espectáculo para todos los públicos, la más depurada técnica y artísticamente Mad Max Más allá de la cúpula del trueno, se mantiene como una eficaz y espectacular maquinaria de aventuras con mecanismo de relojería. Siguiendo un planteamiento parecido y una estética deudora de esta última, el septuagenario realizador de películas tan dispares como Las brujas de Eastwick, El aceite de la vida, Babe el cerdito en la ciudad y Happy Feet, recupera la saga comenzada a principios de los ochenta, y en un proceso creativo muy distinto y absolutamente superior al empeñado en resucitar otros éxitos ochenteros como Robocop o Desafío total, cuya puesta al día consistió casi exclusivamente en ponerse al servicio de la última tecnología, consigue la mejor cinta de la serie y un espectáculo endiablado, furioso y épico como hacía mucho tiempo que no se veía en pantalla. No es que se haya prescindido de la tecnología digital, pero sus costuras se notan menos que en otras producciones de ciencia-ficción recientes, y confía más su espectacularidad y descarga de adrenalina en especialistas, grúas, montaje, diseño de producción e interpretación, hasta conseguir un producto de primerísima calidad en su género. Magníficos paisajes y un sentido del ritmo frenético e incansable, unido a una utilización inteligente y por fin satisfactoria del 3D, logran dos horas de diversión sin pausa, en las que lo de menos son las pretensiones filosóficas y pesa más su mera intención de divertir y entretener con un acabado perfecto. No son ajenos a sus méritos sus intérpretes, destacando una esforzada Charlize Theron sobre el heredero del papel que encarnara Mel Gibson, Tom Hardy. Muy matizado también el joven emergente Nicholas Hoult (Un niño grande, Jack el cazador de gigantes, X-Men Primera generación, Memorias de un zombie adolescente), mientras Miller recupera al villano de la primera entrega de la saga, Hugh Keays-Byrne y lo convierte en secundario al servicio del malvado de turno, echa mano de un luchador profesional para encarnar al esbirro musculado, Nathan Jones, y a un buen ramillete de hermosas modelos en la línea de Victoria’s Secret, entre las que se encuentran la hija de Lenny Kravitz y la nieta de Elvis Presley, para dar vida a un harén que huye de la tiranía, mientras agua y petróleo siguen siendo los tesoros codiciados de un mundo devastado y destinado a la primigenia más alarmante. Quizás en este punto de crisis económica y resurgimiento de gobiernos absolutistas maquillados, sea donde la película encuentre más anclaje con la coyuntura actual, pero sólo con carácter anecdótico.

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