jueves, 21 de mayo de 2015

LA PROFESORA DE HISTORIA Educación y motivación en democracia

Título original: Les héritiers
Francia 2014 100 min.
Dirección Marie-Castille Mention-Schaar Guión Marie-Castille Mention-Schaar y Ahmed Dramé Fotografía Myriam Vinocour Música Ludovico Einaudi Intérpretes Ariane Ascaride, Ahmed Dramé, Geneviéve Mnich, Xavier Maly, Martin Cannavo, Noémie Merlant, Stéphane Bak Estreno en Francia 3 diciembre 2014; en España 15 mayo 2015

La crónica del profesor o profesora que tiene que lidiar con un alumnado imposible, generalmente de barrios periféricos y marginales, ha servido de trama en muchas ocasiones, desde Rebelión en las aulas a Diarios de calle o Mentes peligrosas, pasando por dos de las mejores cintas que se han hecho sobre el tema, La clase y Hoy empieza todo, francesas como ésta. La cuestión cobra en estos momentos especial interés y relieve por cómo quienes nos gobiernan se han cebado especialmente con la educación, así como con la sanidad, con pretexto de la crisis económica, justamente los dos pilares de cualquier sociedad avanzada, civilizada y moderna que no deberían sacrificarse bajo ningún concepto. Quizás si como en la Grecia antigua nos gobernasen maestros y sabios, y no esta pandilla de incompetentes, corruptos y ambiciosos que minan nuestra moral, las cosas serían muy diferentes. Y para probarlo aquí encontramos el personaje real de una profesora pertinaz y entregada a su profesión, responsable y obstinada que logra a través de un sutil y muy eficaz trabajo de motivación, más sobre el guión que sobre la práctica, sacar a sus rebeldes y reacios alumnos y alumnas de la mediocridad y la desesperanza en la que se encuentran inmersos. Quizás lo peor de esta emotiva y necesaria película sea precisamente esa falta de una mayor dosis de naturalidad y convicción a la hora de plasmar la evolución de unos chavales de los que en principio pareciera imposible sacar algún provecho, a pesar de estar basada en hechos reales y tener entre sus principales artífices a uno de sus protagonistas auténticos, el actor y guionista emergente Ahmed Dramé, en cuyas propias vivencias se basa el film. Y no sólo como denuncia de los criminales recortes en educación resulta conveniente la película, sino también por la oportunidad de enriquecimiento que para las nuevas generaciones supone la multiculturalidad y la diversidad en que se han convertido nuestras sociedades, y que sin embargo se ha vuelto en nuestra contra, fomentando racismo, xenofobia y el surgimiento de nuevas formas de fascismo. No deja por ello ser interesante que el instrumento para motivar al alumnado sea un concurso en torno a los niños y adolescentes, fundamentalmente judíos y gitanos, que fueron víctimas del nazismo. En este punto queda claro el papel imprescindible que juega la memoria histórica, evitar a toda costa que esa barbarie caiga en el olvido, como atestiguan las emocionantes palabras de uno de los testigos del genocidio, presente también en un sobrecogedor pasaje de la película. Con todo este material no es de extrañar que el producto derive fácilmente hacia lo lacrimógeno y sentimental, ayudado por la música del italiano Ludovico Einaudi y los exquisitos fragmentos seleccionados de Debussy y Ravel; pero ante tanta emoción un poco de conmoción viene bien para consolarse.

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