miércoles, 20 de mayo de 2015

AGUAS TRANQUILAS Naturaleza espiritual

Título original: Futatsume no mado
Japón 2014 110 min.
Guión y dirección Naomi Kawase Fotografía Yutaka Yamazaki Música Hasiken Intérpretes Nijiro Murakami, Jun Yoshinaga, Makiko Watanabe, Hideo Sakaki, Tetta Sugimoto, Miyuki Matsuda, Jun Murakami, Fujio Tokita Estreno en Cannes 20 mayo 2014; en Japón 26 julio 2014; en España 10 abril 2015

Activa desde hace un par de décadas, la directora japonesa Naomi Kawase se caracteriza por realizar un tipo de cine muy espiritual y visualmente impactante, lo que le ha valido ser muy valorada y reconocida en determinados circuitos cinéfilos y críticos. Dedicada habitualmente al documental, Aguas tranquilas o Still the Water supone una de esas pocas ocasiones en las que se adentra en la ficción sin por ello abandonar del todo el lenguaje que mejor conoce y que le invita a observar con detenimiento y atención todo aquello que le rodea, especialmente lo relacionado con la naturaleza. En esta ocasión se centra en los habitantes de una pequeña isla, enraizados en las creencias religiosas, influidos por deidades que se pueden encontrar en cualquier detalle del paisaje y su entorno, el agua, los árboles, los animales, sacrificados quizás para completar ancestrales rituales en los que la danza y la música ayudan a paliar el dolor y enfrentarse a la muerte como si de una puerta al paraíso se tratara. Rodeados de tifones y aguas bravas, los isleños exhiben orgullosos una templanza y un carácter relajado que se convierte en objeto de envidia para los habitantes de interior. En ese contexto dos jóvenes enamorados descubrirán el lado amargo de la vida a través de la muerte y el abandono, y a la vez experimentarán por primera vez los gozos más primigenios, rodeados siempre de un esplendor exuberante de luz, color y fresca atmósfera veraniega. Cine por lo tanto para disfrutar con los cinco sentidos, pero no con carácter pasivo sino entregándose a una propuesta que exige complicidad y esfuerzo por parte del espectador. Si no se logra entrar en la personal y muy espiritual propuesta de la realizadora, el espectáculo acaba resultando tedioso y hasta insufrible, por su ritmo pausado y un argumento escasamente desarrollado, a lo que hay que añadir el inexpresivo e inerte protagonista, en ocasiones enervante. Pero si se consigue conectar con el universo de Kawase la experiencia puede llegar a ser muy gratificante.

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