sábado, 25 de abril de 2015

CONVICTO Hijos de un Dios irresponsable

Título original: Starred Up
Reino Unido-Irlanda 2013 106 min.
Dirección David Mackenzie Guión Jonathan Asser Fotografía Michael McDonough Intérpretes Jack O'Connell, Ben Mendelsohn, Rupert Friend, Anthony Welsh, David Ajala, Sam Spruell, David Avery, Sian Breckin Estreno en Reino Unido e Irlanda 21 marzo 2014; en Madrid y Barcelona 1 abril 2015

Nos hemos asomado a este drama carcelario con el casi exclusivo fin de completar la filmografía como protagonista del joven actor en alza Jack O'Connell, tras haber visto en orden cronológico inverso Invencible y '71, y haberlo descubierto cuando sólo tenía quince años en This Is England y ya más crecidito en 300: El origen de un imperio. Esta interpretación de preso desquiciado y desmadrado le valió numerosos premios como actor revelación el pasado año, destacando los recibidos de manos de National Board of Review y del Círculo de Críticos de Chicago. Un trabajo sin duda esforzado y físicamente extenuante en el que sin embargo surgen las constantes del género, desde la rebeldía juvenil más salvaje a la violencia más cruda y desnuda imaginable entre las paredes de una prisión estatal. Constantes que revelan a un guionista demasiado deudor de clichés y lugares comunes, además de bastante pretencioso a la hora de tejer las complejas relaciones humanas entre el protagonista y el clásico preso dueño del entorno, temido y respetado por todos, un imprescindible y carismático Ben Mendelsohn al que este año hemos visto en Exodus: Dioses y Reyes y Lost River. Casi como si de una tragedia griega se tratase, Asser pretende marcar tesis sobre la herencia de una flagrante irresponsabilidad paternal. Mientras el realizador, David Mackenzie, cuya dilatada filmografía apenas ha tenido eco en nuestra cartelera y algo más en estanterías de videoclub, salvo las poco memorables Young Adam con Ewan McGregor y Tilda Swinton y American Playboy con Ashton Kutcher y Anne Heche, mueve los hilos de esta cruda y libre de ornamentos crónica con oficio, un poco de temperamento pero escasa imaginación, mientras las secuencias de violencia extrema, algunas incluso escatológicas, se van sucediendo para desdicha de los estómagos más delicados. A destacar la aportación de un más comedido Rupert Friend (Orgullo y prejuicio, La reina Victoria, El niño con el pijama de rayas) como psicólogo responsable de una poco atractiva terapia de grupo. Pudo verse en el Festival de Sitges del año pasado.

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