lunes, 5 de enero de 2015

CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA ROSS: DESENFADADA PRIMERA CITA DEL 2015

Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Raquel Lojendio, soprano. Andrés Salado, director. Programa: Oberturas, romanzas y pasodobles de Chapí, Luna, Marquina, Álvarez, Chueca y Giménez; Oberturas, polcas, arias y valses de Johann Strauss II, Dvorák y Puccini. 
Teatro de la Maestranza, sábado 3 de enero de 2015


El joven y prometedor director madrileño Andrés Salado tomó el relevo a Halffter y Mayrhofer para ofrecernos el tradicional concierto de Año Nuevo, que aunque en nuestra ciudad apenas cumple seis años, se ha disfrazado de tradición desde un principio para engordar los esfuerzos que se hacen para que la Navidad sea otra cita particular y obligada del calendario festero de Sevilla, con mercadillos, adornos, belenes y espectáculos pirotécnicos en paulatino aumento desde hace unos años.

La novedad en esta ocasión consistió en darle un aire más local, centrando la imitación vienesa sólo en la segunda parte, mientras la primera vino servida a base de zarzuela y música española. Salado exhibió una batuta atenta y entregada, aunque no lograra resolver en todo momento los matices que exigen las partituras. Su dirección fue a veces enmarañada, otras extremadamente delicada, restándole incluso fuerza y cuerpo al conjunto, y otras sin embargo se excedió en alardes decibélicos y percusivos. De El tambor de granaderos a La boda de Luis Alonso los resultados fueron desiguales, mejorando progresivamente. Una equilibrada Obertura de El murciélago dio paso a una correcta Truenos y relámpagos y un satisfactorio Danubio Azul, si bien lo mejor fue el Vals del Emperador, que nada tuvo que envidiar en refinamiento y exquisitez, además de una perfecta ejecución, a su referente vienés.

Muy querida y respetada por nuestro público, Raquel Lojendio pareció sentirse como en casa, derrochando gracia y desparpajo, y dejándonos muy satisfactorias versiones de De España vengo o Mi tío se me figura, así como ya en la segunda parte la Canción a la luna de Dvorák, etérea y reposada, o las muy recurrentes Quando me'n vo y O mio babbino caro, arias todas ellas popularizadas en el cine. En las propinas aprovechó para lucir el consabido alarde vocal en Mein Herr Marquis de El murciélago, manteniendo siempre el tono general de alegría conseguido a lo largo de esta primera cita del nuevo año en el Maestranza.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 5 enero 2015

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