sábado, 18 de octubre de 2014

THE EQUALIZER: EL PROTECTOR Yo soy la justicia

Título original: The Equalizer
USA 2014 128 min.
Dirección Antoine Fuqua Guión Richard Wenk, según la serie de TV creada por Michael Sloan y Richard Lindheim Fotografía Mauro Fiore Música Harry Gregson-Williams Intérpretes Denzel Washington, Marton Csokas, Chloë Grace Moretz, David Harbour, Haley Bennett, Johnny Skourtis, Melissa Leo, Bill Pullman, David Meunier
Estreno en España 17 octubre 2014

Con cada trailer de cada nueva película que estrena, Antoine Fuqua es siempre recordado como el director de Training Day (Día de entrenamiento), como si aquélla fuera una obra maestra, aunque es justo reconocer que renovó en cierto modo los parámetros del cine policíaco y de acción y le dio nuevas señas de identidad formal y estética. Después ha dirigido cintas desiguales como Lágrimas del sol, El rey Arturo, Shooter, Los amos de Brooklyn (su mejor película a nuestro juicio) y Objetivo: La Casa Blanca, y ahora este reencuentro con el protagonista de la primera, Denzel Washington, elegida para inaugurar el pasado Festival de San Sebastián, merced a una gala en la que el principal reclamo fue el premio honorífico entregado al actor afroamericano. Signo de estos agitados tiempos que vivimos, sin una ideología concreta, sin ilusión ni esperanza, en la que el fascismo encuentra su campo de cultivo con mayor facilidad, la película plantea un tipo de justiciero que en tiempos de Reagan eran muy común, y que actores como Charles Bronson o Chuck Norris personificaron a la perfección. La justicia por su mano que denunció solapadamente Scorsese en Taxi Driver, se convierte aquí en nuevo vehículo para una cinta pretenciosa que utiliza una estética presuntamente reflexiva y unos referentes culturales tan ingenuos como vergonzantes, desde Don Quijote a El hombre invisible pasando por El viejo y el mar. Todo para hablarnos de un super hombre que vive su sencilla, noble y honesta existencia procurando ayudar a los demás y utiliza el transporte público, para de repente regresar a su antigua vida de agente de la CIA con el fin de sacar a una joven e ilusionada prostituta de la vorágine en forma de mafia rusa en la que se encuentra inmersa. Utilizando recursos de thriller violento muy estilizado, Fuqua aburre más que entretiene, abruma sin convencer y alarga agónicamente una propuesta dramática que interesa poco y convence menos. Basada en una serie de televisión de los 80, cuando este tipo de personajes, buena gente a la que empuñar un arma les costaba bien poco, era habitual; esperemos que no vuelva a serlo, que podamos confiar en una justicia más efectiva e igualitaria y que no proliferen estas propuestas de dudosa ética y escasa entidad democrática.

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