martes, 27 de mayo de 2014

BIG BAD WOLVES Lobos encerrados

Israel 2013 110 min.
Guión y dirección Aharon Keshales y Navot Papushado Fotografía Giora Bejach
Música Haim Frank Ilfman Intérpretes Lior Ashkenazy, Rotem Keinan, Tzahi Grad, Doval’e Glickman Estreno en España 21 mayo 2014

Publicitada con el nombre de Tarantino, por si alguien pica, aprovechando una supuesta sentencia suya que considera ésta como la mejor película del año (buen rédito le habrá sacado al uso de su opinión), esta película israelí sorprende en un principio por cultivar un género efectivamente muy relacionado con el director de Reservoir Dogs. Cine muy violento con pinceladas de humor; claro que pocos se atreverían a echar mano de tan mal gusto como para tomarse a broma la violación, tortura y decapitación de niñas de corta edad. Como si se tratara de una metáfora sobre la cultura basada en el odio y la violencia que se está imponiendo en Israel con respecto a sus vecinos palestinos, que también tienen su presencia en este pastiche, los protagonistas de esta película se comportan como auténticas alimañas, lobos salvajes sedientos de sangre mientras dan rienda suelta a sus fantasías más delirantes en un espacio cerrado como el que caracterizaba a la desagradabilísima ópera prima del realizador de Pulp Fiction. Sus directores hacen un buen trabajo de planificación, movimiento de cámara, ritmo y dosificación de la intriga y la tensión, en un ejercicio que se revela de auténtico estilo. Pero el guión falla constantemente, dejando cabos sin atar, intentando convencer sobre aspectos imposibles de asimilar, y malogrando en gran medida la credibilidad del espectáculo propuesto. Tampoco sus intérpretes alcanzan el nivel deseable, sobre todo la víctima de la venganza, incapaz de transmitir el sufrimiento que su tortura merece, ni Lior Ashkenazy (a quien hemos visto en películas como Caminar sobre las aguas de Eytan Fox, y más recientemente en Pie de página), empeñado en dotar de un inapropiado cariz cómico su papel de policía de métodos poco convenientes. Truculenta y sin gracia, no cuela ni como reflejo de un pueblo siempre envuelto en un halo de violencia, ni como cinta de humor negro con cuento de caperucita roja de fondo. Aún así la dirección y la envolvente banda sonora lograron premio en Sitges.

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