martes, 10 de diciembre de 2013

LE WEEK-END Sombras de un matrimonio a la luz de París

Reino Unido 2013 93 min.
Dirección Roger Michell Guión Hanif Kureishi Fotografía Natalie Durand Música Jeremy Sams Intérpretes Jim Broadbent, Lindsay Duncan, Jeff Goldblum, Olly Alexander Estreno en España 5 diciembre 2013

El grueso de los trabajos del guionista Hanif Kuneishi para el cine, al margen de Mi hermosa lavandería y Sammie y Rosie se lo montan, ambas del primer Stephen Frears, se concentra en Roger Michell, con quien viene colaborando desde la serie de televisión The Buddah of Suburbia. The Mother y Venus son otros de los trabajos del tándem, que se caracterizan por analizar el papel de la persona anciana con el amor y la pasión. Algo parecido a lo que se pretende contar ahora, pero esta vez sin que el objeto de tales sentimientos sea una persona más joven, sino el cónyuge con el que se viene conviviendo desde hace treinta años. Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke) llevan ya esa cantidad de tiempo juntos, pero siguen igual de enfurecidos; se atraen y se repudian, ella es especialmente desagradable; como son intelectuales no paran de hablar y de filosofar… Richard Linklater debe estar algo rabioso viendo cómo Kureishi y Michell se han apropiado de sus personajes y su argumento (Antes del amanecer, atardecer y anochecer) para que, veinte años después, sigan mortificándose y amándose de esa manera. Porque ni son Celine ni Jesse ni Julie ni Ethan, sino Nick, Meg, Jim Broadbent (que ganó con este trabajo el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián) y Lindsay Duncan; les han usurpado los personajes y las situaciones. Las sempiternas crisis de pareja, los años que no perdonan y un accidentado paseo por la ciudad del amor, París, que recuerda en cierto modo al de Jack Lemmon y Sandy Dennis en The Out-of-Towners (Los encantos de la gran ciudad), no porque pierdan maletas y dinero, sino porque están igual de perdidos, sobre todo en el aspecto sentimental. Sin embargo, Roger Michell, que se mueve con habilidad entre este tipo de cine independiente y otro mucho más comercial (Notting Hill, Morning Glory o su anterior película, Hyde Park on Hudson, en la que también analiza una relación amorosa en el transcurso de un fin de semana, en este caso la que mantuvieron Franklin D. Roosevelt y su prima lejana Daisy Suckley durante la visita que hizo el rey de Inglaterra a Nueva York en 1939), no logra imprimir a su película de garra y credibilidad suficientes, ahogándose en elucubraciones más o menos cursis y pedantes, situaciones irritantes, como los simpas a los que parece aficionada la señora, y bailecitos juveniles de los sesenta extraídos de Godard y su Band-à-part.

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