domingo, 27 de octubre de 2013

LA VIDA DE ADÈLE, CAPÍTULOS 1 Y 2 Amor amargo con ingredientes de manual

Título original: La vie d’Adèle, Chapitres 1 & 2
Francia-Bélgica-España 2013 179 min.
Dirección Abdellatif Kechiche Guión Abdellatif Kechiche y Ghalia Lacroix Fotografía Sofian El Fani Intérpretes Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Jeremie Laheurte, Mona Walravens, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Salim Kechiouche, Benjamin Siksou, Alma Jodorowski Estreno en España 25 octubre

Entre la anterior película estrenada en España del realizador tunecino Abdellatif Kechiche, Cuscús - la última, Vénus noire, ni siquiera lo ha hecho -, y ésta han pasado seis años y un abismo estilístico. De la comedia colorista y exótica que representaba aquélla hemos pasado a un ejercicio dramático de verité a lo hermanos Dardenne. Y ciertamente se puede decir que estética y anímicamente la película consigue trasladar al espectador esa sensación de realidad y veracidad que pretende, otra cosa es que en su trama se den cita los más variados arquetipos y lugares comunes de la realidad que plantea. Galardonados su director y sus dos protagonistas con la Palma de Oro en Cannes (es la primera vez que se otorga también a los intérpretes, lo que da idea de la relevancia que el sensacional trabajo de las dos actrices tiene en el acabado del film), la cinta de Kechiche tiene lógicamente sus valores incontestables, pero no es oro todo lo que reluce. La habilidad del realizador para que sus tres horas de duración no provoquen hastío ni fatiga, los primeros planos continuos que soportan estoicamente sus intérpretes, la disección que hace del dolor y la manipulación así como de la destrucción de la inocencia, son virtudes que la película exhibe con orgullo y complacencia. Sin embargo nos encontramos una vez más ante una estructura que abusa de clichés y estereotipos. Pareja gay hermosa y poco afectada (en el caso de la joven protagonista nada), bares de lesbianas mucho más desinhibidas que los heteros en sus antros, ambientes homosexuales cultos y refinados, prejuicios escolares, problemas para asumir una condición sexual… Signos recurrentes que no ayudan a estas alturas a normalizar la situación y que redundan en lo fácil y archivisto. Pero el colmo es el regocijo en los cuerpos, celestiales eso sí, de las dos amantes, cuyas escenas de sexo pueden hacer ruborizar al más progresista. Cien películas gays y una de lesbianas para que, una vez más, sea la mujer la que sirva de objeto para la exhibición física sin pudor. Puro machismo disfrazado de todo lo contrario en un ejercicio que se revela una vez más tan maniqueo como hipócrita. No cabe duda de que las actrices hacen un trabajo excepcional. Léa Seydoux, a quien hemos visto en producciones americanas como Malditos bastardos o Misión Imposible: Protocolo Fantasma, dibuja su personaje con escasas líneas maestras que lo definen extraordinariamente, personificando la típica mujer fría y calculadora, manipuladora y egoísta que suele ser también un recurrente en la definición de personajes homosexuales. La menos experimentada Adèle Exarchopoulos se erige en una nueva Brigitte Bardot llena de dulzura, seducción e ingenuidad; una presencia electrizante con una enorme facilidad para transmitir sentimientos y emociones en la pantalla. Con todo no se puede negar que la cinta sea generosa en ternura, matices y detalles y un retrato logrado, a pesar de los subterfugios utilizados para hacerlo, del amor y el sufrimiento que le es inherente.

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