sábado, 5 de octubre de 2013

LA HERIDA y el estorbo

España 2013 95 min.
Dirección Fernando Franco Guión Fernando Franco y Enric Rufas Fotografía Santiago Racaj Música Ibon Rodríguez Intérpretes Marian Álvarez, Manolo Solo, Luis Callejo, Andrés Gertrudix, Rosana Pastor, Ramón Barea, Ramón Aguirre
Estreno 4 octubre 2013

Para su debut como realizador el montador Fernando Franco (Blancanieves de Pablo Berger, Bon appétit de David Pinillos, quien curiosamente ejerce aquí labores de montaje) quiso hacer un documental sobre trastornos de personalidad, pero la incomodidad de rodar con pacientes reales de dicha enfermedad le llevó a esta ficción con hechuras de documental. Y es precisamente ahí donde fracasa, al menos parcialmente, este ejercicio, pues bien es sabido que nada conmueve ni nos hace reflexionar tanto como una buena ficción. Los dramas servidos en noticias de la televisión o documentales en cualquier formato no nos llegan tan profunda ni certeramente como con un buen y sincero trabajo de ficción. Acercarse demasiado al rostro de la protagonista absoluta, una Marian Álvarez que se confirma como gran actriz muy a tener en cuenta con este matizado trabajo que le valió una merecida Concha de Plata en el pasado Festival de San Sebastián, y utilizar recursos premeditadamente toscos, especialmente tangible en un sonido defectuoso y áspero, no ayudan a involucrarse en su sufrimiento y angustia. Un calvario provocado por una personalidad inestable a la que sólo le hace falta pulsar un botón, que puede tener forma de abandono sentimental, pérdida de un ser querido o cualquier otro factor emocional, para disparar una situación de ansiedad permanente, aislamiento y angustia intermitente. Sí acierta Franco en mostrar la sensación de aislamiento de la protagonista, y sobre todo en plasmar la que de estorbo provoca en las personas que tiene alrededor, como su madre, su ex pareja o, muy especialmente, ese padre que con apenas esbozar una actitud sin excesos expresivos demuestra incomodidad ante la presencia de una enferma a la que no se acierta a comprender. Ahí radica quizás la mayor preocupación del realizador, la de concienciar al público en general de que la enfermedad existe y genera muchísimo sufrimiento para quien la padece, potenciado además por la falta de comprensión generalizada y la sensación que de problema y estorbo para la sociedad en general provoca. Pero se lo tendría que haber trabajado más para lograr su objetivo, pues al final sólo queda un film incómodo.

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