miércoles, 11 de septiembre de 2013

CICLO JÓVENES MÚSICOS EN EL FESTIVAL DE MÚSICA DE CÁMARA JOAQUÍN TURINA: LA MÚSICA NO PARA

Ciclo Jóvenes Músicos del IV Festival Joaquín Turina septiembre 2013
Lunes 9: Trío Círculo Op.91 de Turina, Divertimento Op.51 de Paul Juon (Grupo de Cámara de la OJA), Trío con piano nº 2 Op.80 de Schumann (Trío Stellae).
Martes 10: Allegro del Quinteto KV581 de Mozart (Quinteto Franc), Piano Trío nº4 KV542 de Mozart (Trío Stellae), Trío nº 2 Op.76 de Turina (Trío Albéniz).
Sala Joaquín Turina de la Fundación Cajasol

La participación de jóvenes talentos en el Festival Turina cobró esta edición especial relieve, erigiéndose como preludio o antesala del certamen en sí y ocupando las tres jornadas previas a su inauguración. Es lógico que un proyecto auspiciado por Benedicte Palko, reconocida y competente maestra de la nueva cantera de solistas aquí y en otras plazas españolas, otorgue este protagonismo a quienes, en crisis o no, conforman la línea de combate más preparada e ilusionada del panorama musical presente y futuro. Ellos son la prueba del auge que entre la juventud ha tenido la música clásica en los últimos años, y la demostración de que hay esperanza para un futuro en el que no pare la música.

La pianista Rosalía Gómez Lasheras,
integrante del Trío Stellae
El excelente trabajo que desde hace años desempeña la Orquesta Joven de Andalucía se vio representado por un buen número de solistas que desplegaron un trabajo considerablemente digno en piezas como el Trío Círculo de Turina, con el que oportunamente se abrió esta semana dedicada a la música íntima y camerística. De vocación descriptiva, el Círculo, también denominado Fantástico, es el último de los compuestos por el autor sevillano. Lo hizo en 1936, justo antes del parón bélico, pero no lo estrenó hasta 1942. El repaso con connotaciones debuyssianas que hace desde el amanecer hasta el anochecer, pasando por un pintoresco casi folclórico mediodía, obtuvo de las cuerdas una lectura disciplinada pero en ocasiones desequilibrada y no muy acertada en el plano expresivo, mientras el piano le imprimió mayor entusiasmo. El Sextuor para piano e instrumentos de viento del músico ruso de origen germánico Paul Juon no se encuentra entre su música de cámara más respetada, pero tiene encanto, mucho color y ritmo, que los jóvenes de la OJA tradujeron de manera impecable. Destacable fue el dúo entre piano y clarinete del primero de sus dos intermezzi, un diálogo tan equilibrado como elegante. La pieza más relevante de la primera jornada, el Trío con piano nº 2 de Schumann, recayó en el Trío Stellae, que acertó en dotarlo del tono sombrío propio del momento anímico que sufría el autor cuando fue concebido, aunque no tanto de su capacidad de seducción. Si los movimientos extremos resultaron arrebatadores y el minueto irónico y suntuoso, el lento no alcanzó el grado de melancolía que demanda; con todo resultó una interpretación notable.

El Trío Albéniz y la pianista griega Irini Gaitani
(en el centro)
Un desafortunado incidente impidió que el Trío San Sebastián actuara la segunda jornada, provocando un cambio de programa y la concurrencia de nuevo del Stellae, así como del Trío Albéniz, en un alarde de profesionalidad y generosidad que les hizo incluso sacrificar todo un día de ensayos. Si hubo alguien que brillara especialmente y exhibiera un talento fuera de serie, fue sin duda Rosalía Gómez Lasheras, que llena de energía y poesía desgranó cada nota del Piano Trío nº 4 KV542 de Mozart con entusiasmo, fraseo impecable, osadas modulaciones y un sentido de la cantabilidad notable. Sus compañeros acusaron falta de cohesión y armonía, seguramente por esa premura a la que hacíamos alusión. Por su parte, el Trío Albéniz realizó una lectura competente de Trío nº 2 Op. 76 de Turina, acusando tanto sus aires brahmsianos como sus puramente españolistas, pero sin estridencias ni excesos folclóricos, un sonido homogéneo y sedoso así como un final enérgico y contundente. Antes las jovencísimas integrantes niponas del Quinteto Franc pusieron la nota de color con sus luminosos trajes, extrayendo del Allegro introductorio del Quinteto para clarinete y cuerda K 581 de Mozart todas sus posibilidades tímbricas y expresivas, destacando la elocuencia e ingenuidad con que fue atacada la parte solista de un instrumento que alcanzó con el compositor de Salzburgo auténticas señas de identidad.

Versión extensa de la crítica publicada en El Correo de Andalucía el 12 de septiembre de 2013

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