martes, 9 de abril de 2013

BÁRBARA El sentido de nuestra vida

Título original: Barbara
Alemania 2012 105 min.
Dirección Christian Petzold Guión Christian Petzold y Harun Farocki Fotografía Hans Fromm Música Stefan Will Intérpretes Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Rainer Bock, Christina Hecke, Jasna Fritzi Bauer, Mark Waschke Estreno en España 5 abril 2013

Desde la caída del muro de Berlín el contraste entre las dos antiguas alemanias no ha suscitado suficiente interés entre los cineastas teutónicos, y sin embargo las pocas muestras que en relación a este tema se han sucedido han contado con el apoyo mayoritario de público y crítica, especialmente Goodbye Lenin y La vida de los otros. Posiblemente Bárbara sea la película del pasado año en el país de la Merkel, donde ha cosechado varios premios y reconocimientos, además de lograr en el Festival de Berlín del 2012 el premio al mejor director. Christian Petzold se perfila como uno de los realizadores más interesantes del panorama germano actual, a pesar de lo cual su cine apenas se conoce en nuestro país en circuitos muy selectos. Junto a la protagonista de este film, Nina Hoss, ha realizado otros dos, Jerichow y Yella. Ambos son responsables fundamentales de que nos encontremos ante un film singular, inquietante y sobre todo emotivo. Lejos de plantear únicamente una intriga política y suponer un ensayo sobre la libertad como derecho fundamental, ni tan siquiera completar una crónica sobre los últimos coletazos del socialismo en la Alemania del Este, Bárbara es un acertado retrato sobre una mujer en una situación muy específica, enfocando su interés en la libertad individual que todos y todas tenemos a la hora de elegir nuestro espacio y nuestro lugar en este microcosmos que es el Mundo. El sentido de la vida es algo que se suele buscar, y a veces cuesta toda una vida encontrarlo, por no decir que la mayoría de las veces ni lo logramos. Por fortuna algunas personas se tropiezan con él, tienen la suficiente lucidez para identificarlo y el valor para aprovecharlo. Esa es la encrucijada en la que se mueve nuestra protagonista, para lo que cuenta con un ritmo significativamente moroso, anclado en la paciencia y la reflexión, impulsada por unos sentimientos y un entorno humano y geográfico que condicionan su comportamiento y su decisión, con espacio también para el dolor, la renuncia, los sentimientos, el deseo y la compasión. Aunque su distribuidora se empeñe en publicitarla como pariente de la famosa película de Florian Henckel von Donnersmarck, esto es otra cosa y mal hacemos en condicionarnos y predisponernos por una sinopsis que sepulta la verdadera intención del film bajo la apariencia de un vulgar y predecible thriller. Por último destacar su sobria puesta en escena, sin las estridencias habituales en las que se incurre al ambientar una película a finales de los 70 (en los títulos finales suena una canción del grupo disco Chic), ahondando más bien en una austeridad y unos ejemplos humanos que nos hacen recordar las películas de Fassbinder y sus heroínas, aunque sin el temperamento y la carnalidad de aquéllas.

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