martes, 19 de febrero de 2013

UN PLAN PERFECTO Buenos ingredientes mal combinados

Título original: Gambit
USA 2012 89 min.
Dirección Michael Hoffman Guión Ethan y Joel Coen, según los relatos de Sidney Carroll Fotografía Florian Ballhaus Música Rolfe Kent Intérpretes Colin Firth, Cameron Diaz, Alan Rickman, Stanley Tucci, Tom Courtenay, Togo Igawa, Cloris Leachman, Julian Rhind-Tutt, Pip Torrens Estreno en España 15 febrero 2013

Los Coen parecen haberle cogido el gusto a los remakes. Si su última película revisitaba la cinta por la que John Wayne logró su único Oscar, ahora se embarcan en una nueva versión de una cinta que dirigió Ronald Neame (La aventura del Poseidón) en 1966, que aquí se llamó Ladrona por amor y tenía a Michael Caine y Shirley MacLaine como protagonistas. En esta ocasión los famosos hermanos se han limitado a escribir el guión, quizás para no repetir el fracaso que experimentaron con otro título de su filmografía con la que éste parece coincidir en más de un aspecto, Crueldad intolerable. La función de dirigir el material y el excelente reparto de esta película se le ha encomendado al artesanal Michael Hoffman, que aparte de algunos títulos interesantes como Restauración o La última estación, ha conocido con considerable fortuna la incursión en la comedia alocada de enredo con Escándalo en el plató. Con todas estas premisas cabía esperar de Un plan perfecto una comedia cuanto menos digna. Sin embargo el producto alcanza cierto nivel de interés y gracia para a partir de cierto momento empezar a caer en picado a causa de una serie de disparatadas y desafortunadas situaciones, mal escenificadas y peor dirigidas, de todas las cuales apenas se salvan algunos episodios, como el que protagonizan una pareja de recepcionistas de hotel que no aparecen en los títulos de crédito del film (Julian Rhind-Tutt y Pip Torrens). Por si fuera poco la traducción y doblaje al castellano malogra algunos de los diálogos más divertidos del film, basados en dobles sentidos y equívocos derivados de las diferencias idiomáticas entre el inglés británico más refinado y el más macarra norteamericano. En definitiva, su ficha artística hacía esperar lo mejor, sus títulos de crédito animados del principio sin embargo nos preparaban para lo peor, y al final la balanza se ha decantado hacia lo segundo, potenciando su carácter de astracanada con episodios de lucidez aislados.

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