miércoles, 27 de febrero de 2013

SIETE PSICÓPATAS Un ejercicio de hipocresía cinéfila

Título original: Seven Psychopaths
Reino Unido 2012 110 min.
Guión y dirección Martin McDonagh Fotografía Ben Davis Música Carter Burwell Intérpretes Colin Farrell, Sam Rockwell, Christopher Walken, Woody Harrelson, Tom Waits, Abbie Cornish, Olga Kurylenko, Harry Dean Stanton, Linda Bright Clay, Zeljko Ivanek, Long Nguyen, Christina Mazzano, Michael Pitt, Michael Stuhlbarg, James Hébert, Gabourey Sidibe Estreno en España 22 febrero 2013

No pecamos de listillos y mucho menos de despistados quienes no vemos en esta película curiosamente inglesa más que un refrito de dos universos cinematográficos tan americanos como el de Tarantino y los Hermanos Coen. El aspecto visual, el hilo argumental, los disparatados personajes y el tufillo general a western regeneracional no cabe duda de que están prestados del creador de Django desencadenado, mientras la pretenciosa filosofía sobre los arquetipos genuinamente americanos pertenecen a la iconografía Coen. Lo que nos parece mentira es que el realizador de la interesante y prometedora Escondidos en Brujas se haya embarcado en este disparate ideal para perder el tiempo, en el que una base argumental tan suculenta como la que propone se va diluyendo a favor de unas situaciones y personajes tan irritantes y exagerados como los que ofrece. Indudablemente hay detrás un ejercicio de estilo, aunque sea prestado de los referentes anteriores; un trabajo de realización que deriva en momentos cinematográficos valiosos, como la escena del hospital entre la enferma negra y el psicópata amante canino; hay también personajes logrados, entre tanto esperpento, como el que incorpora el gran Christopher Walken. Pero, ¿dónde están los siete psicópatas del título, que ni enumerándolos gráficamente aparecen tantos? -los de la cartelera son un reclamo que no se corresponden con el argumento- ¿Y por qué con tan prometedora premisa argumental y un punto de arranque tan estimulante como es retratar ese Holywood actual carcomido por la violencia más descarnada y gratuita, los resultados son tan descafeinados, irrelevantes, narcisistas y, en definitiva, vacuos? Las apariciones estelares de gente como Michael Pitt, Harry Dean Stanton (que protagoniza el episodio más logrado del conjunto) y Gabourey Sidibe, desaparecida desde que obtuviera fama internacional efímera con Preciuous, dan un toque más interesante y entretenido a un film definitivamente prescindible y deslavazado. Una de esas comedias de acción, presuntamente hilarantes, que nos quieren vender la moto de la crítica intelectual a la violencia cuando en realidad es eso lo que venden, pura descarga de adrenalina para psicópatas en potencia sentados en la butaca de cine o directamente en la de sus casas. Y todavía habrá quien se rinda a sus pies, como los Bafta, que la consideraron incluso finalista a mejor película inglesa del 2012.

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