domingo, 2 de diciembre de 2012

EL CAPITAL Un informe nada revelador

Título original: Le capital
Francia 2012 114 min.
Dirección Costa-Gavras Guión Costa-Gavras, Jean-Claude Grumberg y Karim Boukerche, según la novela de Stéphane Osmont Fotografía Eric Gautier Música Armand Amar Intérpretes Gad Elmaleh, Gabriel Byrne, Natacha Régnier, Céline Sallette, Liya Kebede, Hyppolite Girardot, Daniel Mersguich, Bernard LeCoq, Olga Grumberg
Estreno en España 30 noviembre 2012

Puede que junto a Polanski Costa-Gavras sea de los pocos dinosaurios del cine europeo en activo que siguen convocando un gran número de público ante sus películas. En el caso del greco-francés tiene el añadido del interés que despiertan sus tramas de denuncia socio-política, algo que en esta ocasión traslada al ámbito de la economía, tan de actualidad en estos tiempos de crisis provocada. Con un planteamiento atractivo en el que abunda el lujo y las múltiples localizaciones, de París a Tokio pasando por Londres y Nueva York, el principal problema de la película radica en que no descubre nada que no sepamos ya, por lo que su carácter de intriga y descubrimiento prácticamente desaparece. Si además lo hace enroscándose en los laberintos de las altas finanzas, con su lenguaje técnico y sus complicados juegos y estrategias, el interés decae aún más. Acaba resultando uno de esos casos en los que es el espectador quien tiene que esforzarse en poner interés en lo que se le cuenta, en lugar de ser el producto el que le interese por sí mismo. Así las cosas son secuencias como las del examen moral al que somete su familia al protagonista, un economista seducido por el dinero hasta convertirse en banquero y tiburón de las finanzas, las que prenden más en el espectador medio, mientras el realizador se empeña en trazar un análisis multidimensional del personaje principal, dotándole de una ambigüedad tal, a través de ráfagas de conciencia imaginada, debilidades ingenuas como la que le ata a una sofisticada modelo o una mirada compasiva a los niños, el futuro, que hace muy difícil identificarse con su juego y su drama. No ayuda que se dirija al público en el inicio y el epílogo, ni que se utilice su voz en off caprichosamente, por mucho que se denuncien asuntos tan graves como la fascinación enfermiza por el poder y la ficción del dinero, o la manipulación norteamericana del sistema bancario europeo… en fin, cosas que ya sabemos y que inexplicablemente toleramos con nuestra postura de pasividad absoluta.

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