domingo, 18 de noviembre de 2012

COSÍ FAN TUTTE UNIVERSITARIO: ÉXITO DE UNA EMPRESA COMPLICADA

Cosí fan tutte de Mozart. Coproducción de la Universidad de Sevilla, Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo y Universidad de Música Fryderyk Chopin de Varsovia. Juan García Rodríguez, dirección musical. Ryszard Ciesla, dirección escénica. Vaujaus Teatro-Universidad de Sevilla, escenografía e iluminación. Zofia Lubinska, vestuario. Intérpretes: Joanna Wydorska, Young-Jun Schin, Elwira Janasik, Tomasz Kumiega, Karolina Ciwis, Kamil Kaznowski. Orquesta de la US-CSMS (Universidad de Sevilla-Conservatorio Superior de Música de Sevilla). Coro del CSMS.
Teatro Lope de Vega, 17 de noviembre de 2012

Un momento de la función de estreno, con el otro reparto
El proyecto liderado por Juan García Rodríguez nos ha deparado otra satisfacción a las muchas que ya disfrutamos la pasada temporada con la puesta de largo de una excelente orquesta integrada por jóvenes estudiantes y recién licenciados tanto de la Universidad como del Conservatorio Manuel Castillo. Atreverse con una primera experiencia en el foso en tan solo unos meses de andadura es como poco un atrevimiento y una temeridad, de la que han salido más que airosos. En colaboración permanente, hasta el momento, con la Universidad de Música Federico Chopin de Varsovia, nos han presentado su visión de una ópera tan aparentemente ligera y sencilla como Cosí fan tutte de Mozart, que encierra precisamente en esa apariencia su verdadera naturaleza compleja e intelectualmente prodigiosa. Y es que se trata de una ópera única y genial especialmente en su juego de equilibrios y simetrías, trasladable no sólo a la trama, la disposición de personajes y elementos escénicos y su particular estructura en arias, dúos y sucesivamente hasta sextetos, sino también al juego tan exquisito y complicado que hace con las voces y su significación dentro del total de la obra. Por eso nos sorprendió desagradablemente que se optara por reducir en algo más de treinta minutos su segundo acto, incluido el célebre aria de Ferrando Tradito, schrnito, rompiendo así de forma definitiva su estructura absoluta e intencionadamente simétrica. Y siguiendo con lo negativo, para resaltar luego, como más merece, sus aspectos positivos, lamentar también el fracaso con los subtítulos. Es curioso que triunfando en lo más difícil, como es lo musical y lo escénico, lo más sencillo fuese un absoluto fiasco. Si en la primera función nos consta que no funcionó el subtitulado, en esta segunda que comentamos funcionó de forma harto errónea, tardando mucho en arrancar para después aparecer y desaparecer a su antojo. Tampoco el programa de mano estuvo muy acertado, no porque fuera escueto, lo cual es perdonable en estos tiempos de crisis, sino porque contando con doble reparto no identificaba las voces de cada función, por lo que en nuestro caso hemos optado por el descarte a la vista de lo que hemos leído en prensa respecto al estreno.

Un momento del ensayo, con Jorge de la Rosa a la izquierda,
que interpretó a Guglielmo en el primer reparto
Flaco favor se hace así a unas voces que merecen una especial atención, sin olvidar el espléndido trabajo del coro en sus dos breves intervenciones. Observando sumo respeto por las tesituras vocales, que en el caso de esta ópera muchas veces no se respeta, aunque Fiordiligi y Ferrando siempre deben ser abordados por soprano y tenor por exigencias de la propia gramática de la partitura, confesamos que nos impresionaron más las voces graves. Dorabella fue encarnada por Elvira Janasik con voz segura y muy personal, de timbre atractivo y autoritario y una excelente modulación, mientras el barítono próximo a bajo Tomasz Kumiega interpretó a Guglielmo con un amplio registro que se lució especialmente en el aria Non siate ritrosi. Por eso no extraña que uno de los números más celebrados de la noche a nuestro juicio fuera el dúo Il cuore vi dono. Young-Jun Schin destacó por una voz dulce y sedosa de estilo anticuado que le dio una dimensión muy nostálgica a Ferrando, superando con nota sus momentos de lucimiento, como el célebre Un’aura amorosa; por su parte, la hermosa Joanna Wydorska como Fiordiligi destacó en potencia y proyección, pero denotó carencias en modulación y agilidades que posiblemente pueda ir ajustando con los años. Su Come scoglio, ciertamente un escollo para cualquier soprano, se perjudicó por unos agudos muy tirantes, como ocurrió también en otras intervenciones suyas. Todos estuvieron escénicamente muy divertidos y acertados, especialmente Despina, incorporada con mucho desparpajo y desvergüenza por Karolina Ciwis. El Don Alfonso de Kamil Kaznowski estuvo barnizado de suma elegancia, con una voz no muy amplia pero adecuada en su tesitura más baritonil que de bajo. A diferencia de otras representaciones líricas, algunas con mucho pedigrí, aquí sí que hubo dirección escénica, y de las buenas.

El inquieto y nervioso Juan García llevó la batuta con una agilidad y un brío extraordinario, acertando de pleno con una lectura decididamente mozartiana, con la que la orquesta volvió a demostrar sus habilidades, más en la cuerda que en lo metales, donde hubo algunos desajustes que deslucieron algo una interpretación que de cualquier modo fue excelente y hasta emocionante en algunos de sus pasajes, incluyendo alguna broma musical de propia cosecha. Y eso que ni la acústica del Lope de Vega, donde no se programaba una ópera desde el Don Giovanni de Gazzaniga de hace cinco años, ni la de Ingenieros donde interpreta generalmente esta joven orquesta, luce ni mucho menos como la del Maestranza, donde esperamos con impaciencia que hagan su debut estos jovencísimos maestros, que se lo merecen. La escenografía, manufacturada por los integrantes del grupo teatral Vaujaus, también de la Hispalense, acertó en su juego de puertas al más puro estilo de comedia de enredo o vodevil, si bien se hubiera agradecido un acabado estético más amable y distinguido, al margen de la habilidad demostrada en el reciclaje de material de desecho de la propia Universidad. El juego de luces y colores, así como el vestuario contemporáneo, estuvo  acertado y en el caso de la iluminación muy trabajado. El trasiego de figurantes, danzarinas incluidas (las cantantes de la primera función), también le dio al conjunto un toque decididamente festivo, sumando simpatía y encanto al espectáculo, un entretenimiento de primera categoría, disfrutable de principio a fin, lo que aún provocó que se echara más en falta esa media hora rebajada. En definitiva, no hay nada como hacer las cosas con entusiasmo y empeño, lo que sumado al talento da como resultado experiencias tan gratificantes e inolvidables como ésta.

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