lunes, 30 de julio de 2012

LOS DISCURSOS REFLEXIVOS DE FRANCISCO BERNIER EN EL ALCÁZAR

XIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Programa: Andalucía y el Mediterráneo de la mano de Tárrega, Llobet y Albéniz. Viernes 27 de julio de 2012

Nadie puede ya tildar de programación coyuntural la ofrecida por el equipo organizador de estas noches musicales en los preciosos jardines del Alcázar. No se trata solo de distraer o aliviar el calor de la noche con unas propuestas dignas, sino que se está ofreciendo sistemáticamente un producto de indiscutible calidad, tal como demostró la nueva comparecencia del guitarrista sevillano Francisco Bernier en estos ciclos. Curiosamente comparte con Antonio Duro, guitarrista ubetense también habitual del Alcázar, el honor de ofrecernos repertorio romántico a la guitarra en esta edición. Y fue Duro quien hace unos años conquistó nuestro corazón con un concierto de contenidos similares. Entonces se trataba de celebrar el centenario de la muerte de Tárrega y Albéniz, añadiendo al alumno del primero y transcriptor del segundo, Miguel Llobet, a la terna. Exactamente los mismos autores seleccionados por Bernier, coincidiendo incluso en algunos títulos, como La canción del Lladre o El noi de la mare de Llobet, con lo que algunos pudimos de nuevo representar en la mente las películas de Michelangelo Antonioni (El reportero) y Victor Fleming (Capitanes intrépidos) en los que sonaban estas populares canciones catalanas.

Siguiendo con el celuloide, nos sorprendió la casualidad de que tan solo un día antes disfrutáramos de los célebres Recuerdos de la Alhambra de Tárrega, fuera en su versión original o adaptada por Nico Muhly, en la banda sonora de la estupenda película de Kenneth Lonergan Margaret, utilizada como pieza no tanto discursiva como reflexiva alrededor de la cual tejer la compleja trama moral que plantea el libreto del realizador de Puedes contar conmigo. Y es que si algo destacó especialmente en la interpretación de Bernier, tan asentado profesionalmente en su ciudad como reconocido ya a nivel internacional, fue su notable capacidad para reflexionar a través de la delicada música de Tárrega, de la que ofreció unas Variaciones sobre temas de La Traviata de Verdi impolutas, llenas de significado y tremendamente sugerentes. Lo mismo se pudo decir de su admirable toque tan sutil como emotivo en las piezas de Llobet, y no tanto en las transcripciones de tres célebres cuadros de Albéniz, Mallorca, Cádiz y Sevilla, irreprochables a nivel técnico y emocional, pero lastradas por su condición popular-folclórica y por esa inevitable sensación de archivistas. Las Variaciones sobre temas de Paganini del Carnaval de Venecia,  también de Tárrega, sirvieron para lucir técnica gimnástica, mientras la otra pieza del compositor catalán, Gran Jota de Conciertos,  y esos tan significativos a nivel personal Recuerdos de la Alhambra llegaron ya con algo de fatiga pero dejando clara la sensación de que la maestría de Bernier, que incluso sorprendió con unas notas de rabiosa percusión sobre la propia guitarra, está desde luego fuera de toda duda.

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