viernes, 18 de mayo de 2012

HA MUERTO LA REINA: DONNA SUMMER Y MIS RECUERDOS DE ADOLESCENTE

Ayer dejó este mundo Donna Summer. La reina de la música disco, como se le conocía, marcó una fundamental época de mi vida. Cuando sus discos empezaron a circular por las tiendas yo contaba apenas diez años; los siguientes fueron de ilusión, curiosidad, formación y anhelo por todo lo que habría de venir. Los doce y catorce son años de frustraciones y descubrimientos. Mis amigos y yo comenzábamos a escuchar radio fórmula y nos llamaba la atención la música que sonaba en las discotecas, templos entonces prohibidos para nosotros que promovían nuestra generosa imaginación. Pronto comenzamos a desarrollar un interés extraordinario por la música de esta negra estupenda que había comenzado cantando gospel en iglesias y admirando a la gran Mahalia Jackson.

Pero no fue en América donde Summer empezó a ser conocida. Tuvo que probar en Munich, centro a mediados de los 70 de un nuevo sonido que combinaba la música de baile originada en Filadelfia con la música electrónica generada por nuevos talentos italianos, el país vecino. Giorgio Moroder y Pete Bellote verían en ella, mujer de extraordinaria voz con tesitura de mezzosoprano y amplio volumen enriquecido con un físico atractivo y sensual, el perfecto vehículo para intentar abrirse un hueco en esa industria en la que más tarde tendrían que triunfar otras reinas menores como Grace Jones, Amii Stewart o Judy Cheeks. El potencial erótico de Donna Summer quedó expuesto en su primer disco con Moroder y Bellote, Love to Love You Baby, en el que jadeaba al más puro estilo Serge Gainsbourg y alimentaba de paso la imaginación sexual de millones de seguidores que pronto habrían de convertirse en fans. Un tema de Barry Manilow, Could It Be Magic, se convertiría en el reclamo de su siguiente LP, A Love Trilogy, mientras el éxito definitivo le llegaría en 1977 con I Feel Love, exponente definitivo de la música disco electrónica y precedente inmediato del tecno pop que reinaría en los 80. Ese mismo año grabó su primer doble LP, Once Upon a Time, donde temas como Rumour Has It o I Love You alcanzaron también su lugar destacado en las listas de éxitos.

Su primera incursión en el cine le llegó de la mano del gran John Barry, creador del estilo James Bond y artífice de obras maestras como Nacida libre o Memorias de África, que compuso para ella Down Deep Inside, tema principal de Abismo (1977), al que ella puso letra, como hacía desde dos años antes con los temas de Moroder. Pero la consagración definitiva le llegó con ¡Por fin ya es viernes!, una comedia coral en torno a las discotecas, que protagonizaron unos desconocidos Jeff Goldblum y Debra Winger, y en el que ella debutó discretamente como actriz. Pero lo más notorio de esta película fue la canción Last Dance, compuesta por Paul Jabara, uno de tantos de sus amigos que se llevó la epidemia del SIDA, y por cuya magistral defensa por la ya entonces consagrada cantante logró el Oscar a la mejor canción de 1978. Su matrimonio en el cine continuó en 1979 con la canción On the Radio de la película de Adrian Lyne Foxes, protagonizada por Jodie Foster. También suena su voz en canciones originales de las bandas sonoras de Flashdance y Pánico en el túnel, si bien será más recordada por Hot Stuff en Full Monty, un tema del excelente disco del 79 Bad Girls que Paul Cattaneo rescató con enorme fortuna en su película sobre strippers poco agraciados.

Coronó los 70 con una espectacular versión a toda orquesta del MacArthur Park de Jimmy Webb y un celebrado dúo con otra gran diva, Barbra Streisand, No More Tears (Enough is Enough). Quincy Jones apostó por ella en el disco del 82 que lleva su nombre, en el que triunfó con temas tan redondos como Love is in Control o su particular versión del clásico de Vangelis y Jon Anderson State of Independence. Mientras tanto prestaba su voz y su persona a asuntos sociales de primer orden, como un concierto a favor de UNICEF o su pionera reivindicación de la igualdad laboral de la mujer en el tema She Works Hard for the Money, producido por Michael Omartian. Su estrella empezó a decaer después de ese enorme triunfo. Los productores de moda en los 80, Stock, Aitken & Waterman, artífices del éxito de Rick Aistley o Kylie Minogue, intentaron rescatarla a mitad de esa década con la canción This Time I Know It’s For Real, pero no pasó de un discreto éxito. Por aquel entonces frecuentó nuestra televisión y actuó en festivales de verano por Cataluña, pero su éxito se fue apagando y sólo resucitaba esporádicamente, como cuando versionó el éxito de Andrea Bocelli Con te partiró.

Donna Summer parece haber sido una nueva víctima de los atentados del 11-S, once años después de la tragedia que tanto le conmocionó hasta el punto de generarle incluso una depresión. La respiración de partículas cancerígenas provocadas por el hundimiento de las Torres Gemelas parece haber sido la causa del cáncer con el que ha bailado su último baile y que le ha arrebatado una vida que para tantos y tantas ha significado mucho, ha llenado tantas horas de entusiasmo y admiración y nos ha servido para disfrutar más de esta vida cuyo sentido sólo encontramos en esos momentos de felicidad que nos deparan las cosas sencillas, como escuchar un disco religiosamente en compañía de unos buenos y entrañables amigos de la infancia.

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