domingo, 22 de enero de 2012

LOS DESCENDIENTES Amables y sobrevalorados Payne y Clooney

Título original: The Descendants
USA 2011 110 min.
Dirección Alexander Payne Guión Alexander Payne, Nat Faxon y Jim Rash, según la novela de Kaui Hart Hemmings Fotografía Phedon Papamichael Intérpretes George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Nick Krause, Robert Forster, Judy Creer, Mathew Lillard, Beau Bridges, Patricia Hastie, Mary Birdsong, Rob Huebel
Estreno en España 20 enero 2012

Alexander Payne tiene la rara habilidad de recibir múltiples reconocimientos con cada película que realiza, sin realmente ofrecer nada de especial relevancia. La suya es una caligrafía fina y meticulosa, capaz de generar emoción y sentimiento en un panorama actual del cine americano en el que eso sólo se encuentra en el pozo del recuerdo y la nostalgia. Pero más allá de esas consideraciones el suyo es un cine correcto y amable que no deja una huella indeleble en nuestro intelecto. Toda la frescura y el desparpajo que mostró en Election se difuminó en la parcialmente lograda A propósito de Schmidt, remontando no sin reservas en Entre copas y revalidando un éxito no del todo merecido con esta película cuya mayor virtud consiste en combinar corrección política (ecologismo, familia, afectos, memoria histórica) con una buena dosis de mala leche reflejada en los reproches que se le hacen continuamente a una moribunda postrada en cama, lo que la convierte por otro lado en una cinta emocionalmente incorrecta. En el camino nos encontramos con una trama de regeneración sentimental en la que un padre procura, sin grandes esfuerzos todo sea dicho, reconciliar su papel como cabeza de familia, acarreando en una subtrama de infidelidades a una divertida prole en la que destacan las hijas, la pequeña y descarada Amara Miller y la solvente y atractiva Shailene Woodley, además del carismático bonachón amigo de ésta, Nick Krause, a nuestro juicio el personaje más sorprendente, fresco y simpático de cuantos protagonizan esta cinta en la que George Clooney hace un trabajo digno pero en ningún momento tan matizado y preciso como se le supone. Como detalle ingenioso cabe celebrar la ambientación en Hawai, tierra habitualmente pasto del exotismo turístico - sin ir más lejos hace sólo unos meses servía como escenario a los divertidos escarceos amorosos de Adam Sandler y Jennifer Aniston en Sígueme el rollo - aquí descrito como lugar colonizado, habitable y paradigma de convivencia e integración, con acento puesto en el peso de los ancestros que dan excusa al título de la película.

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