viernes, 15 de julio de 2011

MY FAIR LADY EN EL CINE DE VERANO DE LA DIPUTACIÓN

Como todos los veranos desde hace ya más de una década, la Diputación de Sevilla nos ofrece uno de los poquísimos cines de verano que quedan en la ciudad. Y como en anteriores ocasiones, además de la recuperación de los títulos más interesantes que se han podido ver durante la temporada inmediatamente anterior, tanto comerciales como más minoritarios, infantiles o españoles, hay también espacio para el cine clásico, generalmente el que nos llegó de tiempos pretéritos del Hollywood dorado.

Entre otros de los títulos que se pueden ver en esta ocasión, destacan Matar a un ruiseñor de Robert Mulligan o Sabrina de Billy Wilder, con la incomparable Autrey Hepburn como protagonista. Pero quiero llamarles la atención sobre otra película también protagonizada por esta frágil actriz, y que se proyecta el lunes 18 de julio a las 22.15. Se trata de My Fair Lady, la exquisita adaptación que el gran George Cukor hizo del musical de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner, con Rex Harrison interpretando al misógino e impertinente pero a la vez encantador Profesor Higgins, y la Hepburn encarnando a Eliza Doolitle.

La trama es de todos y todas conocida, basada en la obra Pigmalión de Bernard Shaw, en la que un maduro profesor de lingüística de la alta burguesía londinense acepta como apuesta convertir en dama de la alta sociedad a una vulgar florista de Covent Garden, para al final caer irremediablemente rendido a los encantos de la joven. Decorada con los excelentes escenarios y vestuario diseñados por el aristócrata Cecil Beaton, y con la mano recia, decidida pero sensible de Cukor, siempre recordado por ser un excelente director de actrices – junto a él brillaron como con ningún otro director Greta Garbo, Norma Shearer, Joan Crawford, Katharine Hepburn, Judy Garland o Judy Holliday -, la cinta es una experiencia extraordinaria, por su elegancia y su sofisticación, para cualquier aficionado al buen cine.

Y perdónenme que utilice tantos atributos superlativos, pero no en vano guardo ésta como una de las películas favoritas de mi vida, y que me ha reportado más gratificantes recuerdos. Porque la descubrí en pantalla grande, de la mano de una de mis hermanas, en el Avenida Vistarama, mucho antes del incendio que lo reconvertió en multicines. No fue cuando se estrenó (yo no había nacido entonces), sino en una de sus reposiciones (en los 70, sin video ni DVD y sólo con películas antiguas en la televisión, era frecuente que se reestrenaran estos grandes títulos). Fue con apenas siete años, cuando muy cerca de la enorme pantalla (el cine tenía aforo completo) quedé fascinado por ese torrente de hermosas flores sobre los que se inscriben los títulos de crédito, al son de la maravillosa obertura de Loewe interpretada por la Orquesta de la Warner Bros, dirigida por André Previn. En televisión la estrenaron con todos los honores en la Navidad de 1983, en su doble versión cantada en inglés con subtítulos y doblada enteramente al castellano (entonces era habitual que algunos grandes musicales se doblaran al español también en las canciones). En DVD ha conocido varias ediciones, cada una aportando un goloso ramillete de extras, desde documentales a informes sobre estilismo, secuencias descartadas, reportajes sobre los Oscar de 1964 (que se entregaron en el 65, y de los que la cinta logró ocho premios, incluido el de mejor película) o algunas de las canciones cantadas por la propia Hepburn en lugar de quien la dobló, Marnie Nixon (que también puso voz a Natalie Wood en West Side Story y a Deborah Kerr en El rey y yo). Pero hacía mucho que no se podía disfrutar en una gran pantalla y rodeado de mucho público, y esa ocasión nos la brinda ahora con mucho acierto la Diputación, si bien nos tememos sea en su versión DVD, por supuesto de la copia restaurada a mitad de los años 90.

En Broadway y el West End londinense, Eliza fue Julie Andrews, aunque también acompañada por Rex Harrison. Sin embargo ella no era todavía una estrella, por lo que se prefirió para su versión cinematográfica a la muy consagrada, querida y exquisita Audrey Hepburn. Andrews sin embargo protagonizó ese mismo año Mary Poppins, que la lanzó a la fama y le reportó un Oscar, para el que ni siquiera había sido considerada Audrey; Harrison sí lo logró. Quizás esa fue la dulce venganza de la esposa de Blake Edwards; eso y protagonizar al año siguiente uno de los musicales más exitosos de todos los tiempos, Sonrisas y lágrimas.


En fin, no podía desaprovechar la oportunidad que me brinda el Cine de Verano de la Diputación en su programación de 2011 para hablaros de una de mis películas favoritas, y de toda mi familia, que veíamos religiosamente una y otra vez, disfrutando de su elegancia, su gracia y su magnífica partitura.


Rex Harrison acaba acostumbrándose a la cara de Audrey Hepburn. Nos lo dice en esta preciosa canción de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner, autores también de los musicales Gigi, Brigadoon, Camelot, La leyenda de la ciudad sin nombre y El pequeño príncipe

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