miércoles, 6 de julio de 2011

REENCUENTRO DE AMAYA DOMÍNGUEZ CON EL PÚBLICO DEL ALCÁZAR

Esta vez vino por derecho propio, y acompañada por su pianista habitual. Hace dos años tuvimos el placer de descubrirla en este mismo escenario como consecuencia de una indisposición sufrida por el tenor Juan Sancho, lo que obligó a sustituirlo a última hora por esta bella y joven mezzosoprano. Ya la habíamos visto y escuchado antes, en el Teatro de la Maestranza, como integrante del espectáculo El jardín de las voces, de William Christie y Les Arts Florissants, pero fue en el Alcázar donde experimentamos una mayor cercanía y un abanico más amplio de las posibilidades de esta cantante.

Con una sola cita en esta edición de las Noches en los Jardines del Alcázar, enmarcada dentro de un miniciclo dedicado a la ciudad como protagonista operística, la hispanofrancesa volvió a embrujarnos, dominando la escena en todo momento, sin dejar de interpretar incluso cuando el protagonismo musical radicaba en el pianista Martin Surot. En realidad lo de Sevilla como ciudad de ópera no fue más que un pretexto en un programa que sólo se atrevió con tres de los más significativas y tópicos títulos líricos ambientados en la ciudad, Carmen, Las bodas de Fígaro y El barbero de Sevilla, seguramente por ser los personajes de Cherubino, Rosina y la protagonista de la ópera de Bizet los que mejor se adaptan a la tesitura y la experiencia de la mezzo.

Su timbre profundo y grueso y a la vez sedoso, nos reportó una Carmen poderosa y seductora, si bien evidenció poco control del legato, especialmente en la Habanera. Cantó con contundencia dramática el Air des cartes, y con mucha gracia pero con agudos cortos la Canción bohemia, todo ello combinado con dos entreactos defendidos con tosquedad y mucha rigidez en las articulaciones por el francés Surot, que confundió el lirismo en el segundo de estos dos entreactos (el número tres de la ópera) con un estilo alarmantemente próximo al de Richard Clayderman.
Martin Surot y Amaya Domínguez

La inclusión de una saeta de Turina, a modo de presentación de voz, y el Corpus Christi en Sevilla de la Iberia de Albéniz, en una versión enmarañada del pianista, pero con notables destellos de lucidez en la zona central de la pieza, carecieron de justificación en el programa. Domínguez interpretó las dos arias de Cherubino de Las bodas de Fígaro con gran desparpajo, una voz perfectamente colocada, que hizo que sus transiciones y pianissimi surgieran con mucha naturalidad, a pesar de los inconvenientes de la amplificación. Como interludio entre ambas arias, Surot lució lirismo y buen gusto en el Adagio de la Sonata en Fa Mayor K.332 de Mozart.

Finalmente, notable fue también la rendición de Una voce poco fa de El barbero de Sevilla de Rossini, de amplios registros, cuidado fraseo y magnífica dicción, aunque acusando dificultad en las agilidades y en la emisión de agudos generosos. Por su parte, en lo que acompañamiento se refiere, el pianista mantuvo convenientemente el tipo.

1 comentario:

  1. Hola Juan José, soy Luis amigo de Guillermo, te acuerdas de mi? hace ya años que perdí tu pista.
    El otro dia, cenando en su casa, Guillermo me habló del blog de música clásica de Fernando e investigando un poco descubro el tuyo y el de Miguel Angel Reina.
    Felicidades por el blog, ya lo tengo en favoritos. Cuéntame como te va.
    Aproevecho para invitarte a visitar mi propio blog, no tiene que ver con BSOs pero bueno, no deja de ser música, aunque parezca rara a más de uno.
    la dirección es http://descubriendo-tzadik.blogspot.com/

    Un cordial saludo!

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