viernes, 15 de abril de 2011

Una Novena muy rabiosa

Crítica de música

12º Concierto de abono de la XXIª temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter, director; Ruth Ziesak, soprano; Mª José Montiel, mezzosoprano; Donald Litaker, tenor; James Rutherford, bajo. Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza. Programa: Komm, süsser Tod BWV 478 de Bach/Stokowski; Sinfonía nº 9 en re menor Op. 125 de Beethoven. Teatro de la Maestranza, 14 de abril de 2011

Con una breve introducción en forma de cantata de Bach debidamente orquestada y arreglada por Leopold Stokowski, con la que Halffter al frente de la Sinfónica desplegó un enorme abanico de impresiones nostálgicas y bucólicas, se dio paso a una singular y en buena medida novedosa rendición de la archipopular Sinfonía Coral de Beethoven.

Beethoven también parece furioso
mientras dirige esta obra cumbre de la Música
En cierto modo lo de la cantata Ven, dulce muerte representó un fuerte contraste a lo que habría de venir después, la más furiosa y llena de rabia interpretación de la celebérrima página coral que este cronista recuerda haber escuchado nunca. Con tempi muy rápidos desde las mismísimas primeras notas del Allegro ma non troppo, Halffter fue requiriendo de la cuerda acordes secos, abruptos, sin oportunidades para una modulación mínimamente suave o amable. Metales agresivos, cuerda no exactamente áspera ni crispada pero sí autoritaria... y así deambularon los dos primeros movimientos, decididos, inquietos, como si se tratara de una reacción de decepción frente a todo lo que reivindica esta página musical de concordia y solidaridad, frente a un Mundo en el que esos valores se han ido traicionando paulatina e irremediablemente. Una Novena de este tiempo, un aviso al mismísimo Beethoven de que las cosas no han sido exactamente como se esperaban o pretendían.

Tras unos primeros instantes en el Adagio que hicieron pensar en una recuperación de la cordura y la compostura, de nuevo la batuta fue llevando la partitura por caminos discursivos, de pérdida y confusión, girando sobre sí misma sin encontrarse, atónita y perpleja. Mucha solemnidad presidió los primeros acordes del Finale, con una exposición impoluta de los temas principales de cada movimiento. Hasta entonces el rendimiento de los instrumentistas no había sido impecable, aunque esto parece fuera intencionado frente a un mayor interés por esa manifestación de rabia y desolación. Pero llegado el movimiento estrella la técnica fue a más. La irrupción sobrecogedora del bajo James Rutherford, aunque lastrado por un exceso de vibrato, dio paso a las entonadísimas voces de Ruth Ziesak, Mª José Montiel y Donald Litaker, éste último dominando la partitura con dificultades puntuales de proyección quizás por sufrir el enfurecimiento alrededor. Pero no fue en ellos en quienes recayó la misión de reflejar también en las voces esa rabia con la que Halffter decidió regalarnos una visión nueva de una obra tantas veces disfrutada, sino en el magnífico coro dirigido por Iñigo Sampil. Hasta cuando gritaban más que cantaban, sus alaridos estaban llenos de intención, dotando al conjunto de un efecto atronador, y en la misma proporción absolutamente sobrecogedor.

3 comentarios:

  1. No es tan nuevo este enfoque,Juan José. Por lo que cuentas, es parecido a lo que hizo Barenboim en su primera grabación de la obra,la de Erato, y no muy distinto a lo que hacía Furtwaengler con Beethoven en tiempos de guerra. Y nada que ver, supongo, con el Beethoven "a saltitos" y con sabor a fresa que hacen hoy algunos historicistas. Y escribo "supongo" porque no he podido asistir al concierto. Las entradas estaban agotadas. Por otra parte me siento más cómodo lejos de la ROSS, donde se me quiere bien poco...

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Conozco esa versión de Barenboim con la Staatskapelle de Berlín, y personalmente creo que la suya es tensa y dramática, pero no tiene la furia y la rabia de la lectura que ofreció Halffter. Desconozco sin embargo cómo la abordaba Furtwangler.

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  3. Aunque ahora caigo en la cuenta de que con Erato debió grabarla con la Sinfónica de Chicago, mientras que la de la Staatskapelle es de Teldec Warner. En ese caso tampoco conozco la versión de Barenboim que me cuentas, pero mis argumentos siguen siendo válidos, pues me ciño a aquello que conozco o he escuchado, sin pretender sentar cátedra. Muchas gracias por tu información.

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