lunes, 21 de febrero de 2011

El canto del Cisne Negro

Crítica de cine


CISNE NEGRO (Black Swan)
USA 2010 110 min.

Dirección Darren Aronofsky Guión Mark Herman, Andrés Heinz John McLaughlin Fotografía Matthew Libatique Música Clint Mansell Intérpretes Natalie Portman, Vincent Cassel, Mila Kunis, Barbara Hershey, Winona Ryder. Estreno 18-2-2011



Aronofsky ha conseguido con esta película aunar el estilo pretenciosamente surrealista y dislocado de sus primeras películas (Pi, Réquiem por un sueño y La fuente de la vida) con el más sencillo, profundo y humano logrado con su última cinta (El luchador), para ofrecernos un film fascinante sobre el arte efímero (una instalación, una representación de teatro, un concierto, una ópera o un ballet lo son), la obsesión por la perfección y, muy especialmente, la esquizofrenia. Esta última retratada implacablemente, con crueldad y dolor extremos, gracias a una realización firme, decidida y experimentada, y sobre todo a una actuación sobresaliente de Natalie Portman, capaz con su físico de transmitir la inocencia y la inseguridad que el papel exige, y con su talento interpretativo los cambios de registro que una personalidad como la retratada conlleva. Pero lo más sorprendente es comprobar cómo con su excelsa interpretación logra que todo lo que acontece en pantalla lo percibamos a través de sus ojos y de su mente, con lo que Aronofsky se salva de ser acusado de cualquier tipo de trampa o falta de honradez narrativa. Y esto es muy importante desde el momento en que la propuesta es de sufrimiento por y con ella ante una experiencia y una autoexigencia límites a la hora de abordar el papel protagonista de El lago de los cisnes de Tchaikovsky. Los elementos, circunstancias y personajes, que motivan su obsesión paranoica, son magníficamente presentados en pantalla a pesar de su carácter tópico, como la madre represora y superprotectora, la rival amiga objeto de envidia, el coreógrafo pigmalión de carácter mefistofélico, las compañeras amenzantes, el entorno agresivo, la ciudad opresora… todo está perfectamente encajado y medido para ofrecernos una crónica aterradora de la esquizofrenia en su estado puro, servida por unos elementos de primer orden. Y es que si hay que celebrar la excelencia sin paliativos de Portman, no hay que olvidar la participación decisiva y muy apropiada del resto del elenco femenino, así como la fotografía granulada que también aporta un perfil rugoso y opresor al acabado estético de la cinta, así como la magnífica banda sonora de Clint Mansell, quien ha sabido desestructurar, analizar, perturbar y pervertir la música de Tchaikovsky para convertirlo en algo nuevo y terriblemente fascinante. Ya le han encontrado referentes por todas partes, y seguramente todos y todas tengan razón, porque hay aquí elementos que nos resultan familiares de La pianista de Haneke, Carrie de De Palma, Las zapatillas rojas de Powell y Pressburger, del cine de Cronenberg, etc. Pero esto es inevitable en un mundo en el que no queda mucho por inventar, y sin embargo Cisne negro es única en su capacidad para perturbar, para seducir y para horrorizar, pero sobre todo para inquietar.

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